Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Desaparecidos

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Por Pegaso

Todos los días se publican en las redes sociales varios casos de personas desaparecidas en la ciudad de Reynosa. La mayoría de ellas son jóvenes.

Las bandas del Crimen Organizado quieren a los varones como carne de cañón y a las jovencitas guapas, para nutrir la creciente demanda de servicios sexuales.

Los de aquí los mandan al otro extremo de la frontera y viceversa, o si no, a países lejanos donde son explotados de diferente manera.

Veo en Facebook, Instagram, Only Fans y otras redes por el estilo cómo las jovencitas gustan de exhibirse en posiciones sugerentes.

La belleza expuesta de manera tan accesible atrae a los malos como las moscas a la miel, y solo falta conocer el domicilio de las futuras víctimas para perpetrar el plagio.

La recomendación de su amigo Pegaso, si es usted una chica linda o es padre de una, es que se abstengan de subir ese tipo de contenido.

Créanme. No vale la pena ganar unos cuantos likes y la aprobación de los cuates contra la serie de atrocidades que llegan a cometer los desalmados tratantes de personas.

Porque no solo es la prostitución, sino que se encargan de drogarlas y crearles una adicción. Con el paso de unos cuantos años, son convertidas en piltrafas humanas y desechadas en algún lúgubre sitio.

Vean el perfil de los desaparecidos. Viendo las fotos que los angustiados padres suben a las páginas de los colectivos, en un desesperado intento por obtener alguna información de sus seres queridos, me doy cuenta que la inmensa mayoría de las jovencitas desaparecidas son bellas, están en la flor de la edad y aparecen en poses demasiado sensuales.

Muchas traen tatuajes, lo que representa una aceptación velada de todo lo que implica la subcultura del narco.

Hay quienes acompañan sus imágenes con corridos tumbados, lo que refuerza esa percepción.

No es que uno sea puritano, pero es necesario darnos cuenta de los factores que provocan el fenómeno de la desaparición forzada de personas.

Varias veces, en este espacio, he mencionado que muchas adolescentes de entre 13 y 16 años son raptadas por el maruchero de la colonia.

Los “punteros”, que se encargan de vigilar para la delincuencia el paso de los convoyes de policía, también tienen su corazoncito, y es por esto que, nomás ven como una chica guapa llega a la pubertad, inmediatamente le echan los perros, seduciéndolas con un estilo de vida emocionante y lleno de adrenalina.

Sé de padres cuyas hijas caen en las garras de esos engendros y resultan embarazadas. Con el paso de los meses, la policía les revienta la cabeza de un balazo y se quedan a cuidar güercos ellas solas o dejándoselos a sus abnegados padres, mientras ellas siguen adelante, buscando emociones.

¡No!¡No!¡No! Si usted es una persona responsable, debe vigilar con quién se juntan sus hijos, qué tipo de música escucha, qué información comparte en sus redes sociales. Y no importa lo que digan, mientras sean menores de edad, porque después de los 18 ya son legalmente responsables de sus actos.

Yo sé que ya no escuchan consejos. Les vale madre. Se los pasan por el arco del triunfo. Se tatúan, se hacen piercings, andan con zarrapastrosos marucheros y punteros y algunas hasta aparecen en Facebook con poca ropa.

Es un metalenguaje que está diciendo: “Mírenme. Aquí estoy. Estoy disponible para ustedes”.

Y en ocasiones los malos les toman la palabra, con las desastrosas consecuencias que ya todos conocemos.

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “En el sitio que las observan, las sustraen”. (Donde las ven, las toman).