Por Pegaso
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A partir de hoy, yo, Pegaso, ya no criticaré al cabecita de algodón.
Que lo sepan Loret de Mula, Trozo el Payaso Cochambroso, Adela Michu, el Tícher Lóriga, Circo Gómez Le iba, Piedro Feliz De Con, Amabel Hernández “La Pelangocha”, Jorge Gramos y todos aquellos que se han vuelto férreos críticos del actual régimen de izquierda impulsado por el idéologo de la Cuarta Transtornación, ni más ni menos que el Pejidente ALMO.
Ya no le diré “El Rorro de Macuspana”. Total. Que siga saludando con besos de lengüita a las correteables nenas que acuden a sus mítines y recorridos. Se merece eso y mucho más, pero además, ellas lo gozan y hasta dicen que no tiene nada de malo, que es como besar una estampita de San Juditas Tadeo.
A mí me causa mucha ternura este venerable viejecito, con su pelo blanco como la espuma del mar y su rostro bonachón que irradia una gran luminosidad propia de un místico o santón.
Condeno a todos aquellos corruptos y chayoteros periodistas que publican pruebas de corrupción de su inmaculado gobierno.
Sea falso o verdadero, no tienen derecho a hacerlo. Todos los mexicanos debemos aceptar y confiar en su palabra.
Cuando dice que no es igual, que sigue siendo el mismo de antes, cuando era candidato opositor y andaba en campaña; que el poder no lo ha mareado y que todos aquellos que lo atacan es porque son manipulados o pagados por la mafia del poder, debemos creerle como un verdadero acto de fe.
Estoy completamente seguro que no recibió dinero del narco. La lana que le llegaba durante las tres campañas que realizó antes de ser Pejidente, provenían esos simpáticos empresarios cuya única motivación era y sigue siendo el bienestar de los pobres y la soberanía nacional, a quienes hay que tratar con abrazos y no con balazos.
Resulta un infundio el que digan que el financiamiento del Cártel de Sinaloa en el 2006 fue a cambio de impunidad y de dejarlos trabajar en paz.
La aparente renuncia de las fuerzas armadas a combatir a la delincuencia organizada no es producto de ese supuesto acuerdo, sino que está inspirada en algo mucho más sublime; en los ideales de Martin Luther King, de Nelson Mandela y de Mahatma Gandhi, quienes decían que todos somos seres humanos y merecemos que se proteja nuestras vidas.
No. Entiéndanlo bien. En su larga carrera, el cabecita de algodón no ha agarrado un solo peso mal habido. A él no lo motiva la ambición por el dinero.
Él lo que quiere, y bien que se lo ha ganado, es pasar a la historia, que los libros de texto de las siguientes generaciones pongan su foto al lado de los héroes y mártires mexicanos, como Hidalgo, Morelos, Juárez, Madero y Cárdenas.
Dejará, créanme, un legado difícil de igualar.
Algo que sé, porque se nota a leguas, es que sus hijos no son los sinvergüenzas que dicen los periodistas a sueldo.
Al haberlos enseñado su padre a ser humildes y a vivir en la pobreza franciscana, resulta absurdo que alguien se atreva siquiera a argumentar que se están enriqueciendo escandalosamente gracias a la red de corrupción y complicidades que se tejen desde el propio Gobierno Federal.
¡Sus! Por mi mente no pasan ese tipo de pensamientos negativos.
Yo estoy a favor de que todos los mexicanos, unidos como una sola persona (y aquí no habrá chairos ni fifíes) protestemos enérgicamente contra el Gobierno de los Estamos Undidos y su Presidente Pepe Biden, por haber filtrado información tan delicada sobre el financiamiento del narco a la campaña de ALMO.
Porque no es solamente que acusen a la persona, sino que más bien la mancha es para la institución, que es la Presidencia de los Estados Unidos Mexicanos, y de pilón para los que vivimos en este cotorro país.
Y si lo acusan a él, nos acusan a todos.
Después de esta bizarra defensa al mejor Pejidente que ha tenido nuestro país desde que Acamapichtli fue nombrado Tlatoani de la Gran Tenochtitlán, los dejo con el refrán estilo Pegaso, cortesía de El Chapulín Colorado: “Abusan de mi bonhomía”. (Se aprovechan de mi nobleza).