Por Pegaso
He visto y oido en algunas ocasiones que se confunde mi nombre con el de otras instituciones de gran prestigio que existen en el país y alrededor del mundo.
Por ejemplo, alguien escribe Pegasso, don doble “s” en lugar de Pegaso, con una sola “s”.
Pegasso es el nombre de un conjunto de música tropical. Su género son las cumbias. Se integró en 1979 en Cerralvo, Nuevo León. Sus fundadores son Federico “El Pollo” Esteban, Juan Antonio Espinoza, Héctor Olavarrieta, Félix Íñiguez, José Santos y Jorge Puig.
Más adelante, por algún tipo de problemas, el grupo original se desintegró, y después aparecieron varias agrupaciones musicales que se peleaban la titularidad, como “Pegasso del Pollo Esteban” y “Pega Pega”.
Entre sus más sonados éxitos están @Adolescente y bonita”, “Cosas del amor”, “La Duda”, “Arráncame”, “Mecánico de amor”, “Él no te quiere” y la rítmica “Se tambalea”.
En alguna ocasión me confundieron con el programa espía Pegasus. Creían que yo formaba parte de una conjura internacional para conocer secretos de Estado, como aquellos que le descubrieron a la SEDENA hace algunos meses y que melló grandemente la credibilidad del Pejidente ALMO. El uso de este tipo de programas espía para vigilar a periodistas, activistas y personas opuestas al régimen, fue ventilado por un grupo de hackers llamado “Guacamaya Leaks”.
Para aquellos que no lo saben, Pegasus es un spyware que se instala en dispositivos móviles y tiene la capacidad de leer mensajes de texto, rastrear llamadas, recopilar contraseñas, rastrear ubicación de teléfonos y recopilar información de las aplicaciones.
No hay forma de que exista confusión. Yo soy solo Pegaso a secas, Pegasiux de Petatiux para los cuates. Soy el único, el auténtico, siempre imitado y jamás igualado Pegaso.
Si alguien desea saber cuál es mi origen, tendríamos que remontarnos a la antigua Grecia y su rica mitología.
Soy un caballo blanco y alado. Nací de la sangre derramada por Perseo cuando degolló a la Medusa, una de las tres gorgonas.
Ayudé al héroe Belerofonte a acabar con el monstruo llamado Quimera, una bestia con una cabeza de león y otra de cabra que asolaba la región de la Licia.
Así que no me confundáis, mortales. Ni me gusta cantar o bailar cumbias, ni me dedico al espionaje.
Solo soy un equino cuadrúpedo volador que gusta de las bromas, el desmadre y la buena vida; algo lépero, irreverente y maleducado pero comprometido con las más sentidas causas sociales.
Por eso aquí los dejo con el famosísimo refrán estilo Pegaso: “¡Absténgase de dar credibilidad a determinadas afirmaciones, a determainadas versiones!”. (¡Que no le digan, que no le cuenten!)