Por Pegaso
Compañero Ciro Gómez Leyva,
P r e s e n t e .
Por medio de esta misiva me permito hacerte una atenta y cordial invitación para que te vengas unos cuantos días a Reynosa, a Nuevo Laredo, a Matamoros, a Morelia o a cualquier ciudad donde el tema de la inseguridad es recurrente.
¡Ahhhh! Pero vente sin tu camioneta blindada, por favor.
Desde aquí vas a poder transmitir tu gustado programa para que todo México y el mundo se enteren de la realidad que vivimos los seres comunes y corrientes, entre los que nos contamos, por supuesto, los reporteros de a pie, los que según tú, somos poco profesionales porque no reportamos a los autores de las masacres, asesinatos, persecuciones y balaceras.
Mira, Ciro: Muchas veces he escuchado a compañeros periodistas de nota roja que se quejan de que los noticieros y medios nacionales les exigen que investiguen a fondo sobre hechos y nombres de personajes ligados a la delincuencia organizada.
Lo que yo te puedo decir es que eso sería un suicidio. La mayoría de nosotros hemos tenido que usar la autocensura para evitar ponernos en la mira de los grupos del crimen, los cuales no se van a tentar el corazón para callarnos.
La semana pasada, tras el supuesto atentado que sufriste cerca de tu casa, donde un motociclista disparó sobre tu camioneta blindada, debiste sentir un poquito, solo un poquito de lo que los periodistas policiacos y de nota local sentimos todos los días.
Simplemente no podemos tocar esos temas. Conocen nuestros nombres, domicilios y familias. Somos rehenes en nuestras ciudades.
Más aún, cuando el Gobierno Federal ha decidido doblar las manos ante las mafias.
“Abrazos, no balazos”. “Hay que protegerlos, porque también son seres humanos”.
¿Te suena conocido?
Pero tú, que exiges a tus corresponsales que den nombres, pelos y señales de los líderes de la delincuencia organizada para pararte el cuello a nivel nacional e internacional, bien podrías pasarte una pequeña temporada en campo, levantando los datos que requieres.
Y lo mismo digo para el resto de los figurones de la comunicación hablada y escrita del país, que tampoco curten malas baquetas, como los Lorets de Mola, los Alatorres, las Aristeguis, los Riva Palacio, los López Dóriga o los Marín.
Nosotros, los de a pie, no podemos darnos el lujo de tener un vehículo blindado, ni custodia oficial las 24 horas.
Somos totalmente vulnerables. Si por un error de dedo se va una palabra que disguste a algún barón del crimen organizado, nuestra cabeza pende de un hilo. O nos pueden desaparecer, o nos pueden asesinar en el momento en que se les pegue la gana.
Corresponsales de la nota roja hay que saben qué información deben enviar a los medios escritos, televisivos y radiofónicos del país. Pero los que cubrimos la nota local y política, muchas veces ni siquiera sabemos qué tipo de información es delicada, y nos exponemos continuamente a ser blanco de las mafias.
Si llegas a leer esta misiva, te invito a que consideres darte una vueltecita por este terruño. No necesitas mucho. Nomás unos cuantos días.
Sin más por el momento, quedo como tu atento y seguro servidor.
Pegaso (Rúbrica)
Y para que mis dos o tres lectores no extrañen el refrán estilo Pegaso, aquí se los traigo: “Canis familiaris se abstiene de ingerir Canis familiaris”. (Perro no come perro).