Por Pegaso
Muy señores míos y muy señoras de ustedes, para que no haya malos entendidos:
Quiero dar un profundo agradecimiento, pero no tan profundo, no se me vaya a ahogar, a la changuita que hizo un retrato de este humilde servidor allá por el puente de la carretera a Río Bravo.
Y les quiero decir que le quedó para chuparse los dedos, porque oiga usté, si hasta me dibujaron con un apetitoso elote en la mano.
Y así como lo ven a uno, bien plantado y con harta personalidad, como diciendo: ¿Quién será este jovenazo tan distinguido? y aluego lo toman a uno como modelo para adornar todos esos lugares que antes no estaban adornados.
Si hasta me pongo chinito de la emoción cuando veo lo bien que le quedó.
Me recuerda aquella ocasión en que fui acusado por un dizque leguleyo y ya en el tribunal les dije a esos pelados muertos de hambre: “¡Ténganme más respeto! ¿Qué no saben quien soy yo? ¡Soy nada más ni nada menos que el acusado! Así es que me van respetando porque hay individuos que somos de un nivel socioeconómico superior.
¡Y vean ustedes cómo me quedó el sombrero y la gabardina! Si hasta parezco galán de cine.
Pero no vayan a creer que quiero ser candidato, como muchos que andan ahí diciendo quesque van a… que quieren arreglar… que prometen esto y hacen esto otro, pero solo para su beneficio personal. Y no hay derecho porque debemos respetar al pueblo, que es el que nos da de comer.
A uno que es elocuente, escrebido y estudiado le sobran ofrecimientos, pero yo les digo lo que una vez le dije a mi compadre Filemón: ¡Pos a dónde vas que más valgas, compadrito!
Y luego nos pusimos una papalina que pa’ qué les cuento.
Mi compadre llegó gateando a su casa ¡y si vieran cómo se puso la comadre! Estaba toda nerviosa y agitada. Yo creo que el individuo que vi salir por la puerta de atrás le dijo algo que la puso intranquila porque mi comadrita no se pone así por cualquier cosa, oiga asté.
Por eso yo no me caso porque luego me ponen unos cuernotes que parece uno toro de lidia.
Una vez hace un chorro de tiempo vine a esta bonita ciudad a hacer un rejoneo, pero los toros me salieron bravos ¡y me dieron una correteada los canijos!
Solo espero que los habitantes de Reynosa disfruten de esa estampa tan gallarda que la pintora supo captar con esa mirada matadora y ojos pizpiretos que traen trapiando el piso a todas las changuitas de mi barrio.
Por eso mismo, pueblo culto y conocedor, ahí les dejo mi imagen como recuerdo y nada más les pido que no empiecen a pintarrajearla como es costumbre entre las clases populares.
Como yo siempre digo: ¡Ahí está el detalle! y ¡a s’s órdenes, jefeeee!
Suyo por siempre, pero más mío.
Cantinflas.