Por Pegaso
Cuando me enteré que iba a haber un concierto de Bugs Bunny y que los boletos podían costar hasta 20 mil pesos y los palcos preferentes hasta 15 millones de pesos, no me extrañó nada.
Después de todo, la mayoría de nosotros crecimos viendo sus caricaturas y riéndonos de sus peripecias.
Yo pensaba que bien valía la pena pagar esas cantidades con tal de ver en vivo y a todo color a mi personaje favorito de todos los tiempos que, supuse, vendría acompañado de otros inolvidables avatares, como el Pato Lucas, Elmer Gruñón, El Correcaminos y el Coyote, Piolín, Silvestre y la Abuelita, Speedy González y el Marcianito.
Creí que “El Conejo de la Suerte” volvería a hacer las delicias de miles de fanáticos que se congregarían en la Ciudad de México y en Monterrey, durante los conciertos que se tienen programados para este mes en la Capital del País y en la Sultana del Norte.
¡Pero no! Resulta que me equivoqué. No era Bugs Bunny, sino un mamarracho que se hace llamar “Bad Bunny”, quien vendría a berrear y a dejar caer la baba en los escenarios más prestigiosos del país.
No sabía quién era ese tal “conejo malo”, pero entrando a Internet, me encontré que los precios que se están manejando para los palcos en el Estado Azteca van de los 4 a los 15 millones de devaluados pesos.
Por ejemplo: Palco con capacidad para 6 personas, con 12 metros cuadrados: 4 millones, 300 mil pesos; palco con segundo nivel con 3 estacionamientos y 15 accesos, 13 millones, 900 mil pesos; palco nivel uno con 10 accesos y dos estacionamientos, 15 millones de pesos.
¡No mamen!
En un país donde la mayoría de la población raya en la pobreza extrema, porque a nuestro Pejidente ALMO le encantan los pobres y por eso cada vez quiere más, resulta un grave insulto que venga un mequetrefe que ni sabe cantar, pero que sí cobra entradas generales de hasta 18 mil pesos por persona, además de que los boletos ya son prácticamente imposibles de conseguir.
Pero la culpa la tienen sus millones de fanáticos y las redes sociales, que todo lo enajenan.
Ya quisiera yo contratar al Premio Nobel de Física del 2021, Klauss Hasselmann, quien ha permitido comprender mejor los Sistemas Complejos y ha aportado beneficios infinitamente más valiosos a la Humanidad que el tal “Bad Bunny”, para ver si se llena el Estadio Azteca y se venden palcos de 15 millones de pesos.
¡Noooo!¿Verdad?
Eso nos da una pequeñísima idea del grado de inteligencia que alcanzan las masas estúpidas y enajenadas, inclusive si se trata de ricachones que se pueden dar el lujo de pagar verdaderas fortunas por algo tan absurdo.
Vean mis dos o tres lectores, como ejemplo, las “joyas” de canciones que tiene este personaje para ofrecer a sus millones de fans:
“Tan ilógico como extraerme de tu piel/
Después de Dios, soy tu todo, mujel./
¿Qué tal te está yendo con él?/
Yo sé que al final/
a mí no me olvidas tan siquiera un poco./
Al final, baby, tú extrañas como yo te toco./
Recuerda, de tu cuerpo sé yo, mami,/
cada rincón por dentro y por fuera./
Dile que se retire, haga su diligencia/
porque volví por ti/
para hacértelo bien rico como te gusta a ti./
Ponte en cuatro y te la saco como lo hace Tatí./
Te montaste en la jeepeta y no tenías panti./”
¿Pagar 15 millones por escuchar esa porquería? ¡Es un insulto a la inteligencia!
Y ahora viene el refrán estilo Pegaso que dice: “No posee responsiva el aborigen, sino quien lo induce a mantener una relación de compadrazgo”. (No tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre).