Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Belicones

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Por Pegaso


Cotorreando yo con un buen amigo, comentábamos de la evidente degradación que como sociedad y como seres humanos estamos teniendo.

Si antes tu mamá te agarraba con la chancla voladora y tú hacías caso por temor a que se repitiera el castigo, ahora no es así. Ahora es tu mamá la que recibe la felpa, y cuidado con que se queje con tu papá, porque también al viejón le toca.

Los jóvenes de hoy (no todos, aclaro) están seducidos por la narcocultura.

No se puede explicar de otra manera la meteórica popularidad de un mequetrefe llamado “Peso Pluma”, intérprete de los llamados “corridos tumbados” o “corridos belicones”.

Un corrido belicón tiene como temática el narcotráfico, las armas, los autos de lujo, las mujeres buchonas, la droga y todo tipo de vicios que como sociedad anteriormente aborrecíamos.

Este tipo de ¿música? toma elementos de la trova sinaloense y las canciones norteñas mezclados con reggetón y rap.

¿Se imaginan cómo suena ese frankenstein musical? Pues eso les encanta a la chaviza.

A la fecha, “Peso Pluma” ya le pisa los talones de “Bad Bunny” y a Christian Nodal en popularidad, otros que no curten malas vaquetas.

Pero, ¿qué atrae tanto a las jovencitas y jovencitos de un ritmo tan espantoso y cacofónico? Tal vez precisamente eso. La novedad, la rebeldía, la adrenalina.

Los “corridos belicones” hacen apología abierta y descarada de delitos como el narcotráfico, el asesinato, la portación de armas, la tortura y muchos más. Yo, si fuera diputado o senador, vería la forma de presentar una iniciativa con proyecto de ley para que fuera ilegal cualquier tipo de apología de delito.

No se vale decir que es libertad de expresión, porque las libertades están limitadas por los intereses de terceros, y ciertamente los “corridos belicones” y demás expresiones musicales o visuales donde se alaba al crimen, penetran en la mente de la chaviza y hacen que deseen imitar ese estilo de vida.

Con el paso del tiempo, tendremos nuevos punteros, marucheros, sicarios, capos y hasta jefes de cárteles que abrevaron de esas “expresiones artísticas”.

Quiero decirles a los senadores y diputados federales tamaulipecos, José Ramón Gómez Leal, María Guadalupe Covarrubias Cervantes, Ismael García Cabeza de Vaca, Olga Juliana Elizondo Guerra, Erasmo González Robledo, Claudia Alejandra Hernández Sáenz, Blanca Araceli Narro Panameño, Elva Agustina Vigil Hernández, Oscar de Jesús Almaraz Smer, Rosa María González Azcárraga, Mariela López Sota, Gerardo Peña Flores, Vicente Javier Verástegui Ostos, Montserat Alicia Arcos Velázquez, Juan González Lima, Ana Laura Huerta Valdominos, que dejen de estar peyendo la curul y se pongan a trabajar. Que legislen para que la Apología de Delito sea considerada delito per sé y que todo aquel que se haga popular cantando “corridos belicones” se vaya a Almoloya a endulzarle los oídos a los narcos.

“Pero, Pegaso-diría algún defensor de ese tipo de dizque manifestación de cultura popular- son jóvenes, apenas empiezan en el ambiente artístico, tienen una vida por delante y además, gustan mucho a otros jóvenes”.

¡Pues que canten otro tipo de música! Coros bizantinos, por ejemplo.

No podemos mantener ese tipo de pensamiento. México se va al caño.

No sé si soy yo o también mis dos o tres lectores así lo han percibido, pero vamos de mal en peor. El ejemplo de la chancla relatado ad supra solo es uno de los miles de aspectos que han cambiado en las últimas décadas.

Antes era inconcebible que niños de seis a ocho años dijeran las palabras que dicen ahora como si fuera la cosa más natural. Si alguno de mis dos o tres lectores quiere saber cuáles son esas palabras, márqueme a mi celular o textéeme a mi WhatsApp, que yo estaré dispuesto a compartírselas. En nuestra época, si las decíamos, nuestra mamá tomaba un pedazo de carbón al rojo vivo y nos lo restregaba en la jeta.

Somos culpables los de nuestra generación al dejar de aplicar la chancla voladora por temor a violentar los derechos humanos que nosotros mismos inventamos y adoptamos.

Y yo me pregunto, si me lo permiten, ¿hubiera sido mejor corregirlos a tiempo, aún sobre los mal entendidos derechos humanos o estar sufriendo las consecuencias de lo que tenemos actualmente?

Es solo una pregunta.

Viene el refrán estilo Pegaso: “Quien por elección propia es mamífero bovino añoso…” (El que por su gusto es buey…)