Por Pegaso
No cabe duda que el ansia ya pesa. (Nota de la Redacción: Ancia=ancianidad).
Lo digo porque ayer tarde, ante la insistencia de mi buen amigo Jaime Arredondo me fui un rato a hacer cardio y levantar algo de fierro a su moderno y bien equipado gimnasio, ubicado sobre el circuito Independencia de la colonia Fuentes, Sección Lomas.
Hacía muchos ayeres que no experimentaba la sensación de quemazón en los músculos (Nota de la Redacción: Si es que te quedan algunos, Pegaso, je, je, jeeee).
Mucho tiempo atrás, en mis treintas, estuve varios años yendo al gimnasio, porque pesaba poco más de cincuenta kilos.
La idea no era llegar a ser como Sergio Oliva “El Mito”, Lou Ferrigno “Hulk”, Arnold Schwarzenegger “El Roble Austriaco” o Gary Coleman “Uve Total”, sino ganar algo de masa muscular. Y lo logré.
Pesando 72 kilogramos y por cuestiones más bien de trabajo que de salud, abandoné los fierros.
Esta vez, con 60 años a cuestas, hay que llevársela más calmado para que no me vaya a descuajaringar (Nota de la Redacción: Busqué en el diccionario la palabra “descuajaringar” y encontré que se trata de un término coloquial que se utiliza para definir la acción de estropearse una cosa, romperse o soltar las partes que la forman).
Hice un poco de cardio, en la máquina caminadora. Después algo ligero para brazo y antebrazo, y finalmente terminé mi sesión con muslo y pantorrilla.
A diferencia de Jaime, que tiene músculos hasta en las pestañas, mi tirada no es llegar a competir en el Mr. Olimpia, sino mejorar un poco mi estado de salud, porque ya a esta edad empiezan a manifestarse algunos achaques.
Algo muy importante que ningún principiante debe hacer cuando va a un gim es tomar cualquier aparato y levantar el peso nada más por levantarlo.
Tiene su chiste.
Los instructores dicen que hay dos tipos de músculos que deben trabajarse: Los agonistas y los antagonistas.
En ambos casos, el rango de recorrido del aparato, en cada repetición, debe ser tal que no llegue a molestar las articulaciones, pero sí sentir el efecto sobre el músculo que se está ejercitando.
Es decir, si vas a trabajar el bíceps, asegúrate que el rango sea estrictamente el necesario para hacer trabajar ese músculo, y posteriormente hacer lo mismo con el antagonista, que en este caso es el tríceps.
También existen tres tipos de contracciones: La isométrica, donde no hay movimiento, concéntrica, donde el músculo se acorta (fase positiva del ejercicio) y excéntrica, donde el músculo se alarga (fase negativa).
Por supuesto, en cada sesión debemos trabajar dos o hasta tres grupos musculares, como los bíceps, tríceps, hombros, isquios, glúteos y abdominales, antebrazos, cuello y gemelos, y pectorales, dorsales y cuadríceps. (Nota de la Redacción: Todo esto lo leíste en Internet, Pegasiux de petatiux. No me salgas con que eres experto en halterofilia).
Para cada uno de ellos se han diseñado ejercicios y aparatos específicos, como las mancuernas, las pesas, y toda una parafernalia de máquinas que sirven para desarrollar nuestras rutinas de acondicionamiento físico.
Por cierto, los músculos solo crecen cuando hay micro roturas, consecuencia del esfuerzo que implica el trabajo duro.
Decía Arnold Schwarzenneger: “No pain, no gain”, que traducido al español significa: “Sin dolor no hay ganancia”.
Para los que se animen a mejorar su condición física y salud, nuestro amigo Jaime y sus hijos los esperan en el gim para indicarles una divertida y morrocotuda rutina.
Vámonos con el refrán estilo Pegaso que dice así: “No es equivalente la tercia de espadachines de la corte francesa que dos décadas posteriormente”. (No es lo mismo Los Tres Mosqueteros que veinte años después).