Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

¿A quién le preocupa la guerra?

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EDITORIAL

¿A quién le preocupa la guerra?

En teorìa, debìa preocuparnos a todos los que habitamos en el planeta Tierra.

Ahorita lo vemos muy lejano, como en su momento veìamos lejana la pandemia de COVID-19.

La guerra, como los brotes infecciosos, nace, crece, se reproduce y eventualmente, se extingue.

Pero mientras tanto, sus efectos pueden llegar a ser devastadores.

Una sola bomba de tipo convencional puede borrar del mapa una ciudad entera, pero las nucleares van a dejar secuelas por muchos, muchos años.

Hace algunas semanas, Israel invadiò la franja de Cisjordania. Como consecuencia, paìses aliados de Palestina lanzaron represalias contra territorio israelì.

La escalada violenta apenas comienza. Tras el ataque con drenes a Israel por parte de Irán, Estados Unidos y el Reino Unido estàn decididos a intervenir. Sin embargo, la advertencia de Rusia es muy clara: Cualquier ataque norteamericano a su aliado Iràn, tendrà una respuesta enèrgica, y con ello, el inicio de una tercera gran guerra mundial.

El mundo àrabe considera como “guerra santa” los conflictos contra el pueblo israelì por cuestiones històricas y geogràficas. Por ese motivo, no estàn pensando en las consecuencias que una guerra nuclear puede traer no solamente para ellos y sus enemigos, sino para todo el planeta.

Y bajo estas circunstancias, ¿dònde estàn los hombres que supuestamente manejan el destino de todas las naciones? ¿Acaso ellos no se veràn afectados por una conflagraciòn de esa naturaleza?

En los ùltimos años, tras la pandemia de COVID-19, se empezò a hablar de un Nuevo Orden Mundial. Un nuevo orden que implica la reducciòn dràstica de la poblaciòn para que los que queden, puedan disfrutar lo que queda del planeta y sus recursos naturales.

Vi hace unos dìas la pelìculla llamada “Pequeña Gran Vida” (Downsizing, por su tìtulo en inglès), con Matt Damon y Hong Chau.

Un fisioterapeuta y su esposa deciden participar de un programa para miniaturizar a las personas, con el objetivo de que cada una de ellas pueda consumir menos y asì, disminuir la explotaciòn irreflexiva del planeta.

En la vida real no existe un mètodo para miniaturizar a las personas, pero sì las guerras, para acabar con una parte de la poblaciòn, como lo recomendaba el demógrafo britànico Thomas Malthus.

Malthus decìa que la poblaciòn tiende a crecer màs allà de los medios de subsistencia y que su exceso serìa eventualmente disminuido por él hambre, la epidemia y las guerras.

En la actualidad, ya sobrepasamos los 8 mil millones de habitantes. En una guerra con armas convencionales pueden perecer entre 500 y mil millones de personas, y los recursos naturales pueden servir para un reinicio, o como algunos lo llaman, Nuevo Orden Mundial.

Pero si se utilizan armas nucleares, no habrà rincòn de La Tierra que no quede contaminado y ninguno de los paìses en conflicto habràn ganado.

Y los habitantes de la regiòn norte de Tamaulipas, ¿debemos preocuparnos por la guerra?

Bueno.Houston, uno de los objetivos militares, por ser sede del centro de control de los programas espaciales de los Estados Unidos queda a solo 500 kilòmetros en lìnea recta.

Al estallar una bomba atòmica en esa ciudad, recibirìamos la radiaciòn en cosa de unas horas.

Hay otros objetivos militares en Texas, como Dallas y Brownsville. En esta ùltima, el multimillonario Elon Musk construyò una base espacial para el lanzamiento de su sistema de satèites Starlink.

En una guerra con caracterìsticas globales donde se utilicen armas no convencionales, nadie està a salvo.

Mèxico, aunque siempre ha sido un paìs neutral, puede verse obligado a apoyar a China. Y recordemos que nuestro paìs està aquì, abajito, a tiro de flecha.