Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Acoso

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Por Pegaso

¡Ja, ja, jaaaa!

Estaba viendo un artículo en Internet cuyo encabezado dice: “El Chavo del 8: Piden cancelar a la Bruja del 71 por acosar a Don Ramón”.

El artículo agrega que pocos se han salvado de la cultura de la cancelación, que no es privativa de personajes animados, y cita algunos ejemplos, dentro de los cuales, el más reciente es precisamente el personaje que interpretaba la actriz española Angelinez Fernández.

“La Bruja del 71” siempre andaba sobre los huesitos de “Ron Damón”, el pizpireto inquilino de la vecindad del “Chavo”, papá de la “Chilindrina” y víctima frecuente de las cachetadas de “Doña Florinda”.

Creo, a decir verdad, que no se debe vetar de ese programa a “La Bruja del 71” por mostrar siempre su admiración y amor incondicional al esmirriado y ojiazul galancete, sino por el contrario, debe ser un ejemplo para que las féminas se animen a apapacharnos a nosotros, los sacrificados varones.

La polémica se hizo tendencia cuando el columnista de The New York Times, Charles M. Blow, analizó las historias del escritor Theodore Gessel, conocido como Dr. Seuss, donde se cuentan historias racistas.

De ahí salieron otras voces exigiendo que se retiraran de la programación televisiva personajes muy conocidos, como “Pepe le Pew” y “Speedy González”, de la Warner Bros.

“Pepe le Pew” es un zorrillo afrancesado.

Cuando pasea por las calles o parques, siempre despide un olor que hace desmayar a los que pasan junto a él.

Cuando un gato negro pasa por debajo de una barda que están pintando unos trabajadores y le cae una lata encima, dejándole una raya blanca en el lomo, es confundido por “Pepe le Pew” con una sexi zorrillita, así que inicia una persecución y acoso que no termina hasta estrechar al infeliz minino entre sus brazos y plantarle sonoros besos de lengüita.

“Speedy González”, por su parte, aprovecha el estereotipo del mexicano que siempre está comiendo frijoles, aletargado y debilucho.

Y si nos vamos a la censura, pronto nos quedaremos sin personajes animados, de películas o de series de TV.

A ver, ¿por qué no quitan a “El Pato Donald”, ya que siempre anda encuerado de la cintura para abajo?¿Y a “Tribilín”, que siendo un perro, tiene como mascota a “Pluto”, que es otro perro?

En las mismas circunstancias están “Porky”, “Petunia” y “Cicerón”.

También pecan de indecentes todos los personajes de “Winnie Pooh”, incluyendo a “Tigger”, “Puerquito”, “Igor” el Burro, el “Conejo”, el “Búho” y todos los habitantes del Bosque de los Cien Acres.

¿Y qué me dicen de “El Coyote” y el “Correcaminos” Provoca frustración constante en los televidentes, porque el pinche coyote es tan pendejo que cae siempre en sus mismas trampas. Y luego todavía el mamón correcaminos le saca la lengua y le mete el turbo, para dejar al desconcertado cánido con los ojos pelones y la lengua de fuera.

Igual temática con “Tom y Jerry” y “Piolín y Silvestre”.

Los personajes de Hanna Barbera, como “Don Gato y su Pandilla” incitan a la ociosidad y al delito.

“Don Gato” actúa como si fuera un “padrino” de la mafia, donde sus lugartenientes son “Benito Bodoque”, “Cucho” y “Demóstenes”, quienes con sus pillerías hacen desvariar al cumplido y amable oficial “Matute”.

No, si nomás hay que escuchar al “Vítor” y al “Albertano” cómo se dirigen a las suculentas y correteables chamaconas que pasan por la calle: “¡Cómo estás, bizcochito!”

La censura parece que se está poniendo de moda. Hace poco tiempo había unos panecillos que se vendían en cualquier tienda de la esquina bajo la marca Bimbo. Se llamaban “Negritos”. En realidad eran unas mediasnoches, pero las bañaban con chocolate y ya parecían algo diferente.

Tras algunas críticas a la empresa por el mensaje implícito de discriminación, decidieron cambiarle el nombre y el personaje.

En lugar de “Negrito” le pusieron “Nito” y en lugar de un africano, dibujaron a un adolescente blanco peinado a la afro.

Yo no quiero que quiten a “La Bruja del 71”, porque siempre me pareció gracioso cómo Ron Damón se le escondía para que no lo hiciera objeto de sus más bajos instintos, pero eso sí, cuando le compraba mandado o le daba un pastel, no le hacía el feo.

Tampoco deben quitar a “Pepe le Pew” o a “Speedy González”, cuyas simpatiquísimas aventuras marcaron buena parte de mi niñez.

Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de “Ron Damón”: “Con vuestra pequeña venia, expresó Monchito”. (Con permisito, dijo Monchito).

 

 

 

 

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