EDITORIAL
MORENA, un partido que se integró primero como un Movimiento de Regeneración Nacional, heredó los vicios más arraigados del sistema que durante 85 años mantuvo en el poder al PRI, pero además, suma los de su inmediato antecesor, el PRD.
Para nadie es un secreto que una parte de los priístas más más ortodoxos optaron por acomodarse a los nuevos tiempos y sumarse al Proyecto de la Cuarta Transformación.
El único que les faltó, creo, fue Carlos Salinas de Gortari, pero el resto de los más conspicuos priístas se lavaron las manos y se deslindaron de sus corruptelas y complicidades.
MORENA, pues, es un pRI transformado. Como las serpientes, deja atrás una vieja piel y se pavonea con una nueva flamante epidermis.
Sin embargo, los vicios ahí están y todos los podemos ver.
Como dice un adagio popular, el sol no se tapa con un dedo y la serie de mañas que tenía el PRI en sus tiempos de máximo esplendor, están presentes en MORENA.
Para empezar, la designación de un sucesor, que en este caso se disfrazó con el simpatiquísimo término de “corcholatas” pero que desde el principio el “tapado” ya se sabía quién era.
Luego, todo el apoyo desde la Presidencia de la República al proyecto de continuidad, violando el principio de no intervención del gobierno en temas electorales, por lo que tanto luchó el Presidente López Obrador durante los 18 años que intentó llegar al poder.
Y ahora que lo tiene, da línea, fija posturas políticas, ataca a la oposición con toda la fuerza del Estado, amenaza a periodistas, ignora los problemas de inseguridad y se ha documentado una serie de delitos por parte de colaboradores y familiares como tráfico de influencias, operaciones con recursos de procedencia ilícita, etcétera. Se engaña, se miente, se traiciona. ¿Qué diferencias hay, entonces, con el viejo PRI?
Por otro lado, hereda del PRD la lucha de intereses hacia su interior. Las tribus que se pretendieron eliminar con sus estatutos ahí están, vivitas y coleando.
Recientemente, cuando Marcelo Ebrard reclamó que era la segunda fuerza política dentro de mORENA, por haber obtenido el segundo mejor porcentaje en la votación interna del proceso para elegir al candidato, la respuesta de la dirigencia fue que ya no había tribus, que por eso se había puesto un artículo en los estatutos.
Y sin embargo, en cada procedimiento para designar candidatos hay manejos turbios y los grupúsculos tribales pugnan por sus propios intereses.
Hay incluso sospechas de que al más alto nivel se tasan las candidaturas a muy buen precio.
“No somos iguales”,-aseguran.
No. No son iguales. Superaron a sus maestros, el PRI y el PRD.