Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Chayoteros

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Por Pegaso

El Pejidente ALMO, también conocido como “cabecita de algodón”, #YaSabenQuién y “El Rorro de Macuspana”, tiene un ejército de 14 millones de “chayoteros”.

¿Cómo me atrevo a afirmar semejante blasfemia contra el inmaculado y sagrado proyecto de la Cuarta Transtornación?

Lo diré un poco más adelante en esta columna. Por lo pronto, van unos sabrosos chascarrillos como entremés:

-El maestro de inglés le pregunta al estudiante: “¿Cómo se dice en inglés “el gato se cayó al agua y se ahogó?”

Le contesta el chaval: “Fácil, profe. Se dice: “The cat cataplum in the water gluglú no more miau miau”.

-¡Camarero!-le dice un tipo al mesero del restaurant. ¡Este filete tiene muchos nervios!

-Es natural,- le responde el pícaro mesorero- ¡nunca se lo habían comido antes!

-El niño pequeño le dice a su progenitora: “¡Mamá, mamá! ¿Puedo salir un rato a jugar con mi abuelito?

-Sí,-le responde la abnegada mujer. ¡Pero después lo devuelves a su ataúd!”

Ahora sí. Explicaré a mis dos o tres lectores por qué pienso que ALMO tiene 14 millones de chayoteros en la nómina de la Presidencia de la República.

Bueno. El “chayote”, como se conoce desde hace muchos años a las dádivas que daba el gobierno a los periodistas, tenía como propósito la compra de conciencias.

De acuerdo con investigaciones serias, el “chayote”, a veces conocido también como “embute”, se institucionalizó en México durante el sexenio de Adolfo López Mateos.

Su paternidad se atribuye a un gobernador de Tlaxcala, entre los años de 1951 a 1957, que pudo haber sido Joaquín Cisneros o Anselmo Cervantes.

Se invitó a un grupo de reporteros de la Ciudad de México para que vieran con sus propios ojos el moderno sistema de riego implementado por su gobierno para beneficio de los productores agrícolas.

Todos los periodistas iban en un camión, pero por más que se asomaban por las ventanas, no veían nada que pudiera calificarse como un sistema de regadío.

El jefe de prensa de aquel mandatario recorrió el pasillo del camión, repartiendo sobres amarillos con dinero, y entonces, un ingenioso picateclas, al recibir su cochupo, dijo aquella famosa frase: “¡Pero miren nada más que verdes están los chayotes!” Y la palabra “chayote” se quedó para designar las dádivas que daban los gobernantes a fin de que los periodistas hablaran bien de ellos.

Pues bien, el cabecita de algodón tiene 14 millones de “chayoteros”: 11.4 millones de adultos mayores que reciben 6 mil pesos bimestrales y 2.4 ninis que reciben 7 mil pesos mensuales.

El “chayote” que se les da es para que voten por los candidatos del Pejidente. Es una abierta coacción del sufragio. Son programas completamente electoreros y realmente yo no le veo diferencia alguna con los “chayotes” que se daban a los periodistas, porque su propósito también es comprar conciencias y garantizar votos, etiquetados bajo el eufemismo de “programas de bienestar social”.

Y digo “daban” porque ahora se trata de contratos hechos y derechos. Se tienen que emitir facturas para respaldar la cantidad que se recibe a cambio de un trabajo especializado, que es la difusión de las actividades gubernamentales.

Con esa cantidad de “chayoteros”, 14 millones, difícil será que #YaSabenQuién pierda el poder que ganó gracias a los excesos en que cayeron sus antecesores delPRI y del PAN, y a la capitalización del descontento social.

Entonces, cuando un “chayotero” de los que tiene en nómina el actual Gobierno Federal intenta ofender con ese epíteto a los periodistas por tener contratos de publicidad con las entidades públicas, realmente está escupiendo para arriba.

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso:  “Percibes la brizna en el órgano visual de otros individuos”. (Ves la paja en el ojo ajeno).