Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Máquinas

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Por Pegaso

¡Tiemblen, viles y mortales criaturas! El futuro nos ha alcanzado y la ciencia ficción se convierte en realidad.

Hace unos días se publicó una noticia sobre el ataque de una máquina a un ingeniero de la fábrica de autos Tesla que se ubica en Austin, Texas.

En la línea de tiempo de la película Terminator (The Terminator, por su nombre en inglés. Estrenada en 1984. Director: James Cameron. Protagonistas: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton y Michael Biehn), la red Skynet, que controla a todas las máquinas del planeta, envía desde el 2029 a un androide tipo ciborg al año 1984 para acabar con Sara Connor, futura madre de John Connor, quien se convertirá en el líder de la resistencia humana después del Día del Juicio Final.

Las máquinas se han sublevado a los humanos al considerarlos como una plaga para el planeta.

Las primeras agresiones ocurren después de 1994, cuando la empresa Cyberdine Systems desarrolla tecnologías avanzadas en base a Inteligencia Artificial.

El 4 de agosto de 1997, Skynet, una red global que sustituye a la Internet, entra en línea y toma el control de todos los sistemas de computadoras, incluyendo el de defensa.

Ese mismo año ocurre el Día del Juicio. Skynet interviene los sistemas de defensa de cada país del mundo y suelta un ataque nuclear que acaba con casi toda la vida humana.

Los pocos que se salvan lo hacen en túneles subterráneos. Pronto aprenden a sobrevivir comiendo ratas, raíces y otros animales. No pueden salir a la superficie a causa de la radiación, pero cuando esta cede, las máquinas están listas para exterminarlos.

La capacidad de Skynet para replicar unidades cibernéticas se basa en la Inteligencia Artificial.

Yo les pregunto a mis dos o tres lectores: ¿Han escuchado últimamente sobre los beneficios de la IA?

Desde hace pocos años las empresas que están a la cabeza de la investigación tecnológica han desarrollado modelos cada vez más complejos a los que se les incluye Inteligencia Artificial.

Claro, nunca llegarán al nivel de los T-800, T-1000 o el T-X de la saga Terminator, que llegan a confundirse con personas normales, pero poco a poco hay avances.

El robot que agredió a un ingeniero de Tesla podría ser solo el comienzo. Ya tenemos entre nosotros, por ejemplo, a la androide Sofía y últimamente, Ameca.

Como portadores de inteligencia artificial, la principal característica es que pueden aprender ellos solos. El programador solo introduce unas indicaciones previas y de ahí en adelante, ellos empiezan a aprender, y lo hacen a velocidades realmente terroríficas.

Al preguntarle a Sofía o a cualquier otro androide con AI, siempre consideran que el Hombre es una amenaza para el planeta y para él mismo. El siguiente paso es que decidan exterminarnos, como pasa en la película de James Cameron.

Tal vez adelantándose a lo que podría ocurrir con la evolución de las inteligencias sintéticas, el novelista y divulgador científico Carl Sagan diseñó una Ley que debía programarse en la mente sintética de cada una de esas máquinas:

Ley 1: Un robot no hará daño a un ser humano, ni por inacción permitirá que un ser humano sufra un daño.

Ley 2: Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entren en conflicto con la primera ley.

Ley 3: Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley.

Son las famosas “Leyes de la Robótica”.

Pero por si son peras o son manzanas, deberíamos todos estar pendientes. No vaya a ser que de repente tendremos máquinas que hacen copias de sí mismas y éstas empiecen a rebelarse a pesar de tener imbuidas las leyes de la robótica, como ocurre en aquel sketch donde el T-800, protagonizado por Arnold Scharzenegger es enviado al año 33 de la Era Cristiana y salva una y otra vez a Cristo de ser ejecutado por los romanos. (Ver el clip).

Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Demasiadas cabriolas, cuando la superficie es muy llana”.  (Tanto brinco, estando el piso tan parejo).