Por Pegaso
Estoy escribiendo la columna en este momento acompañado de una rica papa asada con carne.
No hay nada como un domingo por la noche para apapacharse con un suculento platillo callejero de los que se venden en cada esquina.
La papa asada, fajipapa o papa con carne es de los más vendidos en Reynosa y la región. No por nada, allá por el año 2012, el entonces Presidente Municipal Everardo Villarreal Salinas, organizó un concurso para ver cuál era el platillo típico de Reynosa, y ganó el caldío de conejo. No conformes con el resultado, los restauranteros hicieron su propio certamen y quedó en primer lugar la norteñísima fajipapa, la reina de las noches de sábado y domingo.
Pero hay de papas a papas. Me jacto de haber probado decenas de ellas, de diversas taquerías y todas tienen características propias.
La de hoy está entre las peores, porque además de fría, venía muy aguada.
Una buena fajipapa debe prepararse a las brasas por varias horas, empapelada en aluminio.
Una vez que esté en su punto, se extrae del asador, se abre la envoltura y se rompe la cáscara del tubérculo, que debe estar muy suave. Una vez que se tenga a la vista la parte pulposa, bien caliente, se vierten mantequilla y crema, hasta hacer una pasta de color amarillo marfil. Enseguida se le agrega la fajita bien cortadita y el queso amarillo rallado. ¡Un manjar de dioses!
Se acompaña con unos totopos de tortilla de maíz bien grasosos y una salsa pico de gallo para el que guste aderezarla aún más, y sus frijolitos charros en un vasito de unicel.
Ya han pasado diez años desde que se hicieron esos concursos y nadie quedó conforme con los resultados, porque ni el caldío de conejo ni la fajipapa son representativos de esta región.
La papa es originaria del Perú y allá la preparan rellena con diversos guisos, entre ellos, la carne y el queso.
El 7 de septiembre del 2012, en ocasión de los dos eventos gastronómicos en comento, escribí en el periódico La Prensa de Reynosa un artículo llamado “Conejo vs. Fajipapa”.
“Tres de cada cinco personas consultadas consideran que el platillo típico de Reynosa es la fajipapa, lo que contradice la decisión de los jueces durante el concurso celebrado por la CANIRAC, el jueves por la tarde. El “caldo de conejo” mereció 184 puntos de los sinodales, luego de la obligada degustación de más de treinta preparaciones. Con esto obtuvo el primer lugar y el derecho para ser promocionado como el platillo que represente a nuestra ciudad a nivel nacional e internacional”.
Y el artículo continúa mencionando que la fajipapa es el platillo más común en Reynosa.
Otras ciudades, como Monterrey, también se disputan el nacimiento de la papa asada y la papa con fajita o con carne, así que, definitivamente, tampoco creo que sea el mejor representante de la cocina reynosense.
Habría que hacer un nuevo concurso y seguir buscando dentro de la variada y rica gastronomía regional.
No se vale, por ejemplo, que alguien sugiera el venado o el armadillo, porque esos son alimentos que se consumen más en el área rural.
Debemos pensar en algo propio de aquí. Por ejemplo, en Tampico tienen la carne a la tampiqueña, que son filetes de res aplanados, cocinados a la plancha. Es a la vez el platillo representativo del Estado de Tamaulipas a nivel nacional e internacional.
¿Por qué, entonces, Reynosa no puede tener su platillo emblemático?
La gama de alimentos callejeros y de restaurante incluyen tacos sudados, tacos a la plancha, gringas, tornillos, sincronizadas, tortas, submarinos, sándwiches, frijoles charros, pollo asado, pollo frito, carnitas de puerco, hot dogs, tacos al pastor, tamales norteños, tamales veracruzanos y muchas otras delicias.
Entre todos ellos podríamos averiguar cuál es realmente originario de esta tierra calera.
Tal vez, quizá, no me hagan caso, la modesta “torta presidencial”, la que se vende en la calle Morelos, a unos metros de la plaza Miguel Hidalgo, pudiera llegar a disputar tal honor.
Se le llamó de esa manera porque en las dos veces que fue alcalde, Oscar Luebbert Gutiérrez se iba a echar su tortuga en ese lugar, cuando le entraba el hambre en su despacho.
Se trata solo de un bolillo de la panadería La India, cortado por la mitad, relleno con una lajita casi transparente de jamón, una rodaja de tomate y varias láminas de aguacate, a lo cual se agrega una salsa roja picosita, pero bien condimentada y su chesco bien helado.
Si alguien me toma la palabra, esa sería mi sugerencia, así que los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice: “Permanecí de manera similar al can de ambos bollos”. (Me quedé como el perro de las dos tortas).