¡Se va Bukele!
¡Sí! ¡Va a renunciar!
La nota periodística dice que a partir del 1 de noviembre, el Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, renunciará al cargo faltándole aún seis meses para terminar su mandato.
¿Pero saben qué?
(¡Queeeee!-responde uno de mis dos o tres lectores).
-No lo sé, no lo sé, puede ser, a lo mejor… (como decía Capulina).
¡Solicitará licencia al cargo para lanzarse en busca de su reelección en el 2024!
Esa es una gran noticia, porque la limpia que inició en sus país aún no está completa.
Falta por meter al bote a miles y miles de cabrones que aún siguen robando, matando, extorsionando y violando. Es una tarea que todavía tardará años, hasta que El Salvador pueda compararse a Costa Rica o a Panamá, donde el nivel de vida de sus habitantes es incluso mayor que el de México.
Lo cierto es que se necesitan unos huevotes tamaño avestruz para hacer lo que ha hecho Bukele: Desmembró bandas enteras de la delincuencia organizada, metió a la cárcel a miles de zánganos, los dejó sin tragar, los puso a chambear para que se ganaran el mendrugo de pan y los tiene en una prisión de alta seguridad, en lugar de darles de abrazos y besos como ya es costumbre en nuestro querido Mexicalpan de las Tunas.
Esos huevotes debería prestárselos un rato a #YaSabenQuien para que le entre al combate a los criminales que nos tienen aterrorizados.
Si nos vamos a la definición académica de lo que es un estadista, Bukele entra en el rango de los mejores gobernantes que ha tenido no solo El Salvador, o Centroamérica, sino todo el Continente Americano.
Porque ha puesto a los intereses de su nación por arriba de los propios.
¿Qué pasará el día en que este gran hombre deje el cargo? En primer lugar, él y su familia correrán un enorme, enoooorme riesgo.
A menos que su sucesor sea de su mismo tamaño, que generalmente demeritan mucho, se le asignará una escolta permanente para garantizar su seguridad.
Sin embargo, deja miles de resentidos. Todos aquellos que metió a mascar barrote juran y perjuran que algún día se vengarán de él, por sí mismos o por terceras personas.
Bukele es candidato a convertirse en mártir de su país.
Pero por el momento, va por la reelección y francamente no creo que tenga competidor al frente, porque ha hecho lo que nadie había realizado en toda la historia de ese hermoso país, cuya mayor parte de su territorio está formado por selvas tropicales, montañas, paisajes asombrosos y riquezas naturales sin fin.
Lo que le falta en países como El Salvador, Guatemala, Honduras y México son buenos gobernantes que sepan aprovechar tales riquezas y aterrizarlas entre la población con empleos bien pagados.
(Ojo: Dije empleos bien pagados, no dádivas disfrazadas de pensiones para que voten por el Presidente en turno).
Entonces, Bukele buscará la reelección.
Espero que YSQ no quiera imitarlo en eso.
¡Que lo imite en sus acciones contra la delincuencia organizada!
Entonces sí, yo volvería a votar una y las veces que fueran necesarias para que YSQ se eternice en el trono… perdón, en la Presidencia de la República, como lo hizo Porfirio Díaz y como lo quiso hacer Salinas de Gortari.
En teoría, un buen líder, un líder que traiga prosperidad a su país, debía permanecer indefinidamente en el cargo, pero la naturaleza humana no admite semejante privilegio, porque a lo largo de los años todo se va corrompiendo, hasta que es necesario reiniciar un ciclo, y esperar que el próximo mandatario nos salga mejor.
Teoría política.
Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “Excelente ave gallinácea en indistinto cercado entona”. (El buen gallo en cualquier corral canta).