Por Pegaso
Tengo varios amigos que han encontrado la manera de hacer viral su contenido en Facebook, Instagram y Tik Tok: Basta subir cosas estrambóticas, absurdas o bizarras para atraer la atención de los usuarios.
Recién estaba viendo en la cuenta de mi amiga Yenny el caso de un perrito yorkie de Matamoros llamado “Bombón”, cuyos dueños ofrecieron la cantidad de ¡150 mil pesos! a la persona que se los devolviera.
Según Yenni, el pago se hizo y para ello incluyó una foto donde se observan dos manos tatuadas, una entregando lo que parece ser un gran fajo de billetes y la otra recibiéndolos.
No tengo nada contra los perritos. Es más, en mi familia adoramos a “Charly”, también de la raza yorkie, pero lo de ofrecer 150 mil pesos para que lo devuelvan, realmente está de locura.
Porque, ¿cuántos niños famélicos se podrían alimentar con esa cantidad de dinero?
Nuestra sociedad ha llegado a un punto en que valoramos más a nuestras mascotas que a nuestros hijos.
Si no, vean ahora en redes sociales cuántos “perrhijos” y cuántos “gathijos” suben los chavos diariamente. ¡Y están mejor cuidados y alimentados que sus propios dueños!
Que si le da moquillo, inmediatamente lo llevan con el veterinario. Que si quieren que se vea bonito, le compran un vistoso trajecito de marinero, si es machín o un tutú si es hembra. Durante las celebraciones patrias, los traen vestidos con los colores de la bandera, y en Navidad, les ponen unos cuernos y nariz de reno.
Esa es una herencia que nos llega de Gringolandia y nosotros poco a poco la vamos adoptando.
Yo recuerdo, hace muchos ayeres allá, en mi barrio de El Chaparral, teníamos un perro corriente cruzado con de la calle que un día llegó a nuestra casa porque mi mamá le dio unos huesos de pollo.
Desde entonces se le quedó el nombre de “Solovino”.
Sí. Al ser seres vivos y estar bajo nuestra “custodia” es necesario tener cierta responsabilidad.
Y entrecomillé la palabra custodia porque en realidad lo que hemos hecho los seres humanos es esclavizar a los animales para nuestro beneficio, llámense perros, gatos, gallinas, caballos o vacas.
A unos los engordamos para comerlos, a otros los chuleamos para tenerlos como elementos de ornato y otros simplemente como compañía.
Ya lo decía Schopenhauer: El hombre ha hecho del mundo un infierno para los animales.
Sé que mi amiga Yenny y otras muchas personas sí queremos a los animalitos. Pero a final de cuentas los queremos por lo que nos proporcionan, no por ellos mismos.
He criticado mucho a nuestra sociedad actual porque permitimos que nuestros hijos tengan mascotas. Les compramos un lindo cachorrito, que pasa a formar parte de su vida y se establece un vínculo muy estrecho entre ambos.
Sin embargo, cuando el chamaco crece y el perro se hace viejo, éste último lleva las de perder, porque ya no tendrá el mismo cariño.
En los barrios bajos, simplemente se les avienta en la calle y se convierten en animales salvajes que buscan la manera de sobrevivir entre riñas con otros perros, enfermedades y sufrimiento sin fin.
Total, que en Matamoros, dado que se ofrecieron 150 mil pesos de recompensa por localizar a “Bombón”, todo mundo salió a las calles para localizarlo.
Hasta que un afortunado lo encontró, e inmediatamente se puso en contacto con el dueño, que debe ser un sujeto con mucha lana, para ver si le pagaba lo ofrecido.
Y la sorpresa, según Yenny, fue que sí le pagó la cantidad estipulada.
LA FALLA DE ANDRÉS: Aunque de momento está quietecito (Andrés, no “Bombón”), ya veremos después de que se den a conocer los resultados de las encuestas para oficializar la candidatura de su “corcholata” favorita. Si pierde, pedirá inmediatamente una nueva encuesta hasta que ésta salga favorecida.
Viene el refrán estilo Pegaso: “¡Vaya, hembra de Canis familiaris existencia!” (¡Qué perra vida!)