Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Trans

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Por Pegaso


Les tengo una noticia a los fans de “la Wendy”: Ni es mujer, ni es trans.

O sea, no es mujer porque nació machín, y ni es trans porque no se ha hecho la operación jarocha.

De tal manera que no puede llamarse mujer transexual.

Pero también hay otra razón: Cuando uno dice “mujer trans”, es que se trata de una mujer que se operó para ser hombre, y viceversa, si digo “hombre trans”, es un hombre que se operó para ser mujer.

Entonces, ¿en cuál caso cabe “la Wendy”?

Yo digo que es un simple homosexual, como él mismo lo ha declarado. O travesti, porque usa ropa de mujer y se maquilla como mujer, sin serlo.

He visto notas donde le preguntan si se haría la “operación jarocha” (eliminar el miembro masculino) y ella responde que no, que está muy contenta de contar con lo mejor de los dos sexos.

Por tal motivo los verdaderos transexuales no se sienten representados por él.

Dice un chiste que contaba la raza cuando era más chavo: “Cuando eres rico, eres un homosexual, pero cuando eres pobre eres un pinche joto”.

Espero que ya con la lana que le van a pagar en Televisa por haber ganado “La Casa de la Risa” de perdida que le llamen de la forma más elegante.

Pero todo esto que estoy diciendo no lo digo en tono de burla o falta de respeto. Yo pienso que cada quien puede hacer de su vida un papalote, siempre y cuando respete a los demás.

Lo que pasa es que las mismas personas que están en ese rol en ocasiones son culpables de ser estigmatizados.

Si tan solo ejercieran su sexualidad sin aspavientos porque, ¿a quién le importa que alguien batée por la izquierda?

Solo si eres un político o una figura pública de mucho relieve tu preferencia sexual puede ser utilizada como arma en tu contra.

Yo recuerdo un libro llamado “La Cofradía de la Mano Caída”, del viejón Rafael Loret de Mula.

Ahí se destapaba una serie de complicidades y corruptelas entre los políticos de más alto nivel, empezando por el entonces Presidente, Carlos Salinas de Gortari y su mano derecha, Joseph Marie Córdoba Montoya.

Lo que tenían en común era su homosexualidad.

Si el libro se hubiese escrito actualmente, nadie se escandalizaría, pero fue publicado en tiempos en que aún era tema tabú.

Ya existían los trans, pero estaban bien guardaditos en el closet.

Todavía eran tiempos en que la revista Alarma! publicaba en su portada y con grandes letras: “Agarraron a mujercito”, y mostraban la foto de un homosexual vestido de mujer, lo que ahora se conoce como trasvesti.

La verdad es que ahora no nos escandalizamos de casi nada. Los tiempos cambian y se ha normalizado la existencia no solo de un tercer sexo, sino de cuatro, cinco, veinte, cien o más, todo depende de tus preferencias y de la forma en que percibas a los demás.

Hay cosas muy raras, por ejemplo, los lithsexuales son aquellos que sienten atracción sexual hacia otras personas, pero no tienen necesidad de ser correspondidas, o los grisexuales, personas asexuales pero en determinadas condiciones sí pueden experimentar atracción sexual bajo circunstancias limitadas, y los skoliosexuales, que son los que sienten atracción hacia personas cuya identidad de género no se identifica como hombre ni como mujer.

“Cosas veredes, Sancho”.

LA FALLA DE ANDRÉS:  Decir que la violencia desatada ayer en Michoacán son “actos publicitarios y propagandísticos” de un grupo de la delincuencia organizada. Como si se tratara de una travesura de adolescentes.

Ni hablar.

Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de “La Chupitos”: “Es una fémina originaria del planeta denominado Marte, sin glándulas mamarias y con bastón policial”.  (Es una mujer marciana, sin chichis y con macana).