Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Cuisine

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Por Pegaso


No cabe duda de que las palabras apantallan.

Miles de ejemplos los vemos todos los días. En la tele, salen champús con “agua micelar” y cremas con ácido “hialurónico”, cuando ambas cosas desde siempre se han usado. Pero como suenan muy científicas y creemos que los productos están respaldados por investigaciones chingonas que tendrán efectos milagrosos en nuestro pelo y cutis, ¡ahí vamos a comprarlos, seducidos por la publicidad engañosa!

Lo vemos con otros productos que en realidad son una porquería, como los pantalones de mezclilla rotos que se venden en miles de dólares en las tiendas más exclusivas o los tenis de Balenciaga que yo no podría comprar ni con toda la lana que gano en un año.

Vi recientemente una nota periodística donde el Gran Hotel de la Ciudad de México ofrece a sus exclusivos comensales un platillo exótico llamado “crema fría de aguacate con crostini de puerco a la mexicana”.

Imaginéme que se trataba de un plato sofisticado, elaborado por algún chef francés galardonado con varias Estrellas Michelin, pero ¡nada! ¡Era un pinche guacamole con un pedazo de chicharrón y pico de gallo!

Para que vean cómo funcionan las palabras rimbombantes, elegantes y apantalladoras dentro de nuestra psique. El platillo de referencia, seguramente, tenía un precio de varios miles de pesos, ¡solo por utilizar palabras que son propias de la aute cuisine!

Por eso a mis amigos taqueros de la calle Oaxaca, de la Rosalinda Guerrero y de las colonias donde se levanta con el viento un fino polvillo con caca de perro que le da un excelente buqué, les voy a dar la idea para que en su menú incluyan las siguientes descripciones de sus excelentes productos culinarios.

De esa forma, una orden de tacos de fajita que actualmente venden en 160 pesos, podrían comercializarlo hasta en 600 o 700 pesos, dependiendo también de la presentación. (Si lo presentan en porcelana fina, incrementen el precio en un 15%).

Viene pues, la lista de platillos y sus posibles nombres gourmet:

-Tacos de trompo: Oblea de masa con porciones de carne vacuna y porcina marinada en salsa de guindilla sometida a cocción rústica.

-Torta de la barda: Foccachia mexicana con relleno de carne a la milanesa, proscchuto, fromagge, avocado, corteza de piel de cerdo y pasta de judías.

-Flautas: Cilindros de masa rellenas de carne magra de res o ave de corral, acompañada con pesto de cilantro y guindillas verdes.

-Sincronizada: Gran oblea circular de masa de trigo rellena de pasta de judías con suculentos trozos de carne de res y una mezcla de brunoisse de pomodoro y guindillas verdes.

¿Ven? No es tan difícil aportar plusvalía a nuestros productos, que de otra forma seguirán siendo alimentos populares solo consumidos por panzas aventureras.

Lo que yo propongo es una nueva manera de redireccionar el mercado de los alimentos callejeros y hacer que volteen a verlos quienes pertenecen a los más elevados estatus socioeconómicos, que es donde está el billete.

Jeques, potentados, millonarios, grandes empresarios y celebradas figuras del espectáculo pondrán sus ojos en los humildes tacos, tortas y flautas que se venden en las terregosas calles de Reynosa.

Termino con el refrán estilo Pegaso: “¡Degustación de prelado!” (¡Bocatto di cardinale!)