Por Pegaso
Haciendo yo un experimente en una de las redes sociales preguntaba a los cuates quién era una gorda que estaba en una foto que se tomó durante la visita de Claudia Shikitibum, el pasado sábado.
Alguien me ilustró diciendo que “gorda” es en estos tiempos una palabra muy fuerte, tal vez ofensiva, sin embargo, la intención fue más bien buscando conocer la reacción que tendrían algunos de los integrantes de la mencionada red social.
Y sí. Hubo quienes se molestaron.
Quiero decir que en estos tiempos no solo la palabra “gorda”, sino todo aquel léxico o expresión verbal que implique discriminar, juzgar o etiquetar, se convierte en pecado capital.
Estamos, pues, en tiempos de la Generación de Cristal, donde no se le puede decir nada a nadie porque inmediatamente reaccionan de manera exagerada.
Recuerdo, hace algunos dos o tres años, que hice una nota con respecto a las “feminazis”, chicas desorientadas que protestaban contra el machismo, pero que empezaron a vandalizar los monumentos de la plaza Hidalgo.
No me la acababa con ellas. Así que para no terminar mal, decidí bajar la nota y reconocer que no había sido muy afortunada la utilización del término “feminazi”, muy común en el centro del país.
Resulta que esas mismas chicuelas fueron la causa de que un buen amigo, el Profe Francisco Salinas, fuera despedido injustamente de la Prepa Mújica. Primero vino la acusación y la condena pública supuestamente por incurrir en acoso sexual, pero después las feministas reconocieron su error y se disculparon públicamente. ¿Y el daño moral que causaron?
Recordemos también el absurdo caso de las personas no binarias que hablan con pura “e” para no incurrir en calificativos de femenino o masculino que tanto les molesta.
Hay un programa que se transmite en Internet de un cuate argentino que se llama Emmanuel Dannan.
Me ha dado por verlo y escucharlo. Trata temas muy bizarros. Por ejemplo, de un tipo que se casó con su perro.
El programa trata de debate. Dannan, un tipo muy preparado, recibe llamadas en vivo de todo tipo de personas. Hay cada caso. Por ejemplo, uno que se percibe como ardilla o los clásicos hombres que se perciben como mujeres o mujeres que se perciben como hombres.
En el primer caso se habla de individuos transespecie y en el segundo, transgénero.
Pero el tipo que se casó con su perro sí estuvo de pelos. Se los recomiendo. La liga es la siguiente: https://www.youtube.com/watch?v=TWoqn1YXQMg
Antes, cuando alguien te decía gordo, flaco, negro o chaparro, no era para hacer una tragedia, pero hoy la Generación de Cristal lo ha llevado al extremo.
Cuando en aquellos tiempos una persona nos preguntaba dónde podía agarrar el autobús, le decíamos: “Mire, vaya hasta donde está ese gordito y luego tuerza a la derecha”.
¿Ahora? Mínimo, mínimo, te sueltan una letanía de que eso violenta los derechos humanos y provoca un trauma cerebral a la víctima, o sea, al gordito.
Sin saber que las gordis o los gordis son gente más feliz que nosotros, los flacos.
Decía el difunto “Gordo” Elías, que más vale gordo que dé risa y no flaco que dé lástima.
Con el experimento que hice en la red social yo pensé que iba a haber más gente que me iba a crucificar, pero solo fueron algunos.
De cualquier manera, ya me disculpé y prometí no volver más a llamar gordas a las gordas.
Por cierto, la palabra “gorda” también se aplica a un platillo típico elaborado con harina de maíz o trigo, de forma circular, cocido o freído, relleno de algún guiso sólido. (Véase la foto).
Viene el refrán estilo Pegaso: “Adiposa, tu ascendiente segunda femenina”. (Gorda, tu abuela).