Por Pegaso
Amigas, amigos. ¿Han leido el libro llamado “La Rebelión de la Granja” (Animal Farm, por su título en inglés. Autor: George Orwell. Publicada en 1945)? Léanlo.
Aunque originalmente se tomó como una analogía en forma de novela corta satírica sobre la Revolución Rusa, puede aplicarse a cualquier otro país del mundo que experimenta profundas transformaciones sociales.
Los animales de una granja, inspirados por las ideas de un viejo cerdo (Marx/Stalin) deciden rebelarse contra el señor Jones (el zar ruso), dueño de la propiedad.
El hombre es un ser improductivo, porque ni ara el campo, ni produce leche ni pone huevos, pero sí aprovecha el trabajo de los animales para su propio beneficio,-es el argumento de los rebeldes.
Tras lograr su independencia (revolución/transformación), establecen su propio sistema de gobierno en base a 7 mandamientos:
1.- Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
2.- Todo lo que camina sobre cuatro patas, nade o tenga alas, es amigo.
3.- Ningún animal usará ropa.
4.- Ningún animal dormirá en una cama.
5.- Ningún animal beberá alcohol.
6.- Ningún animal matará a otro animal.
7.- Todos los animales son iguales.
Los cerdos, por ser los animales más inteligentes son los que dirigen la granja, especialmente dos de ellos, Napoleón (Lenin) y Snowball (Trotsky), quienes tienen distintos puntos de vista sobre cualquier asunto.
Napoleón, con la ayuda de unos perros, destierra a Snowball (recordar que el Trotsky histórico, en su huida, se refugió en México) y se hace del poder absoluto.
El resto de los animales, como el caballo Bóxer (la clase trabajadora/el pueblo), el burro Benjamín (los intelectuales), la yegua Mollie (la clase media), el cerdo Squealer (la prensa militante), el cuervo Moisés (la Iglesia), los perros (la policía secreta rusa/los militares), las ovejas (las masas fanatizadas) acaban por descubrir que poco a poco Napoleón cambia los siete mandamientos por otros a modo, por ejemplo, en lugar de “Ningún animal dormirá en una cama”, ahora es “Ningún animal dormirá en una cama con sábanas”.
La granja se vuelve próspera por el trabajo de los animales, que terminan por ser igual de explotados o aún más, ya que los cerdos empiezan a adoptar las costumbres, vestimentas y vicios de los humanos.
Pronto empiezan a ver a Napoleón caminar en dos patas y negociar el producto de las cosechas con los enemigos, en este caso, los hombres. Es así como se cambia el mandamiento número 7: “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”.
Es un estudio muy profundo de la naturaleza del poder.
Al intentar un cambio, poco a poco se van teniendo los mismos vicios, y por ejemplo, el cerdo Napoleón, que se convierte en el líder, elimina toda competencia, al enviar al destierro a su principal enemigo, Snowball, a quien culpa de todos los males de la granja.
Termina por controlar a la prensa, a la policía y al ejército, se asegura de tener a las masas en sus manos y emprende obras faraónicas, como el molino de viento para producir electricidad y mejorar las condiciones de vida de todos los animales, el cual acaba colapsado a causa de una tormenta.
Al final de cuentas, el cambio resulta ser tan efímero como una pompa de jabón, porque la naturaleza humana- o como ocurre en esta fábula, de los cerdos- es incompatible con el poder, y ahí, donde hay poder, se corrompen incluso las mejores intenciones.
El cuento termina con los animales de la granja- sometidos y explotados por el cerdo líder-, repitiendo el estribillo: “Es un honor, estar con Napoleón, es un honor, estar con Napoleón”.
Bueno, la verdad es que no termina así, pero hubiera sido chido.
El refrán estilo Pegaso dice a la letra: “Individuo que ignora el devenir histórico suele reincidir en yerros pretéritos”. (Quien no conoce la historia termina por repetir los errores del pasado).