Por Pegaso
La libertad de llamar pendejo al Presidente de la República es un derecho que nadie puede quitarle al mexicano.
Yo recuerdo, durante el sexenio del tristemente recordado Enrique Peña Nieto, que hubo una manifestación de perredistas cerca del puente internacional Reynosa-Hidalgo.
Era un pequeño grupo encabezado por Constantino Soto Patiño, a la sazón, dirigente del Comité Municipal del PRD, acompañado por Francisco Chavira y doña Susy Rivera.
Esta última traía en las manos, bien levantada, una cartulina con la leyenda: “Que chingue a su madre Peña Nieto”.
Yo digo que una persona que tiene a un empleado, si este le queda mal en algo, tiene el derecho a llamarle la atención. En el caso de los mexicanos, se ha descubierto que la única manera de llamar la atención de sus empleados o gatos, que son todos los funcionarios públicos, es el insulto.
El insulto es un derecho que nadie nos puede quitar. Es una válvula de escape para problemas que suelen apabullarnos. Y si la causa de los problemas son los gobernantes, pues tenemos derecho de pendejearlos, pues qué chingados. Les pagamos para que hagan bien su jale.
Por eso me hizo ruido la propuesta que aprobó la mayoría de MORENA en la Cámara de Diputados para elevar las multas a quienes insulten o injurien al Presidente de la República, funcionarios de alto nivel, legisladores y ministros.
Al chiquitiaje sí podemos decirles hasta de qué se van a morir, pero los altos funcionarios son intocables.
Fue la barbera diputada morenista Benelly Jocabeth Henández Ruedas quien hizo la propuesta para aumentar hasta casi 14 veces la multa que actualmente se aplica por injurias.
Serán algo así como 4 mil, 149.6 pesos si alguien se atreve a mencionarle su jefecita al Titular del Ejecutivo Federal.
En tribuna, la panista diputada Lilly Téllez llamó “inepto” y “mentiroso” al Presidente Andrés Manuel López Obrador y luego dijo: “¿Dónde deposito la multa?”
Por su parte, AMLO se declaró sorprendido de que la Cámara de Diputados autorizara el aumento a la sanción por ese concepto.
“Yo no sé quién hizo eso… Yo no lo necesito, yo no lo promoví, lo voy a vetar, eso para qué. No. Libertad de expresión”,-dijo en La Mañanera.
Pues sí, pero aún si se veta, por el solo hecho de insultar o más bien, injuriar, como es el término jurídico, significa que actualmente uno debe pagar entre 100 y mil pesos.
Yo, Pegaso, no voy a caer jamás en la tentación de faltarle al respeto al magnánimo y circunspecto Señor Presidente de la República o algún alto funcionario de su gobierno.
Si en el futuro hay algún mandatario que pretenda militarizar el país, tener el control de las instituciones electorales, de la Suprema Corte, neutralizar a la prensa libre para quedarse solo con prensa militante, jamás por mi mente va a pasar la idea de decirle “dictador de pacotilla”. ¡Sus! ¡Vade retro! Eso no está a mi altura. No soy igual que Lilly Téllez.
(La foto fue extraida de la cuenta de Twitter Hugo Mtz. P4TRIOTA)
Los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “¡Eliminad mis signos vitales, ya que perezco!” (¡Mátenme, porque me muero!)