(De las redes sociales). Como parte de la cultura popular mexicana, los calendarios constituian una obligación anual para los comerciantes que se preciaban de su renombre y prestigio. La trascendencia de estos trabajos se debía a dos motivos principales:su innegable calidad artística y su reconocida aceptación popular.
La reproducción masiva del calendario mexicano tiene su antecedente en los almanaques impresos a partir de 1826 por Mariano Galván.Los almanques del siglo XIX contenían imágenes y efemérides que representaban la nacionalidad de un país en proceso de integración, describiéndose como “La Patria Ilustrada”.Más tarde ya en el siglo XX , vinieron los calendarios litográficos, donde glorificando a los santos e inmaculadas, nacía un nuevo lenguaje:el de la publicidad, con sus etiquetas y marcas de cada producto.Dichos cromos llegaron a formar parte importante de la decoración de las casas, loncherías y cualquier sala donde se reunía la familia, y fue una época comprendida de los años 30 a los 60, anterior al auge de los supermercados y tiendas departamentales, cuando el cromo de calendarios fue un encargo artístico de las marcas de prestigio, siendo está la época “dorada” de los calendarios, a la par de los mejores años de la Radio y Cine nacional.
Cromo “El Rebozo, 1963- Jesús de Helguera.
(Créditos a quien corresponda).