Por Pegaso
¡No lo podía creer! ¡Un periodista de alto pedorraje pidiendo al Ejército que no se meta en los asuntos internos del Cártel Jalisco Nueva Generación, al que llama “empresa”!
Sí. Ricardo Raphael, columnista de Milenio, Proceso, The Washington Post, académico en la UNAM, conductor de varios programas y participante en mesas de análisis político con Leonardo Curzio y Carmen Aristegui y autor de varios libros, escribió esto en su columna: “Es una exigencia al Ejército para que no intervenga en el proceso sucesorio de esa empresa, porque en caso de que este concluya mal, en vez de una peligrosísima organización criminal, México va a padecer una peligrosísima desorganización criminal”.
El título del editorial fue: “No se metan en la vida interna del CJNG”.
No sé realmente cuáles sean los manejos que tienen los grandes periodistas mexicanos con el crimen organizado, pero a mí eso me pareció una apología de delito.
Llamar empresa a una asociación criminal y pedir al Ejército que no haga su trabajo, es bastante sospechoso. Sobre todo, viniendo de un académico respetado como se supone que es Ricardo Raphael, cuyo verdadero nombre es Ricardo Miguel Raphael De la Madrid.
Viene a colación porque en los últimos meses se ha hablado del mal estado de salud del jefe del CJNG, conocido como “El Mencho”.
De acuerdo con información que manejan esos columnistas, a quienes el propio Ejército y fuentes de alto nivel filtran datos de gran relevancia, “El Mencho” padece de una enfermedad terminal que lo mantiene al borde de la muerte.
Dirigentes de algunas células del CJNG incluso mencionan en mantas colgadas en las calles de Jalisco y Michoacán que el líder criminal ya colgó los tenis, así que ya andan viendo quién va a ocupar su lugar.
Como a mí no me filtran ese tipo de información, no puedo decir a mis dos o tres lectores si en verdad “El Mencho” ya falleció.
Habría que esperar la versión oficial.
Pero por lo pronto, a mí me hace mucho ruido que los más influyentes medios de comunicación den espacios a temas tan delicados, y menos que anden de oficiosos exigiendo al Ejército que no se meta con esa “empresa”.
Me suena como que se está normalizando o ya se normalizó el tema de la delincuencia organizada, que ésta ya forma parte de nosotros mismos, de las instituciones de gobierno y hasta de los medios de comunicación.
Es algo muy grave normalizar la maldad y hacer apología del delito.
Existe algo que se conoce como “la banalidad del mal”, que es básicamente hacernos patos cuando ocurre algo malo de manera repetitiva, hasta que llegamos a verlo como algo normal.
Si los grandes comunicadores ya dan estatus de “empresa” a una organización criminal, ¿qué se puede esperar de la chiquillada?
En serio, Ricardo Raphael, si estás leyendo esta columna, quiero decirte que la estás cagando.
Corrige y llama a las cosas por su nombre.
Atentamente: Pegasiux de Petatiux.
Viene pues el refrán estilo Pegaso: “Mencióname con qué individuo departes y te informaré cuáles son tus características personales”. (Dime con quién andas y te diré quién eres).