Por Pegaso
Los hay de todos colores, sabores, tamaños y formas.
El pan en México es toda una tradición, y no me refiero al partido político, sino a las deliciosas piezas que se pueden comer solas, sopeadas en chocolate o café, rellenas, en las fiestas, en las meriendas, en solitario, acompañados, etcétera, etcétera.
Hoy quiero hacer una apología del pan.
Para empezar, toda receta comienza con harina de trigo, maíz, centeno o cualquier otro cereal, agua, leche e ingredientes como azúcar, mantequilla, sal y saborizantes como la canela o la vainilla; con relleno de fresa o chocolate.
En Mexicalpan de las Tunas tenemos una inmensa variedad de panes. He aquí una lista de los más comunes y deliciosos:
-Panes dulces, como la chilindrina, el cocol, la concha, el churro, el pan de elote, el panqué, el pan de muerto, el pan de pulque, la banderilla, los bisquets, la trenza, el cuernito, la piedra, el ladrillo, el puerquito, la oreja, el ojo de buey, el ojo de pancha, el bigote, el beso, el cortadillo, la campechana, el picón, la empanada, el gendarme, el chamuco, el conde, el pachuco, el polvorón, la mantecada, el pan de yema y la rosca de reyes.
-Panes salados, como el pambazo, el virote, el bolillo, la cemita, el pan de sal, la telera, el cuernito salado, la chapata y el pan de caja.
El pan es una subcultura. Su origen se remonta a la conquista española, cuando los gachupines enseñaron a la indiada a cultivar y a moler el trigo, hacer con él una masa y utilizar el horno para elaborar las hogazas.
La gastronomía mexicana no estaría completa sin los panes.
En tiempo de frío, voy al café La Estrella, al Tips o al Astromundo y pido un humeante chocolate, que acompaño con una buena pieza de pan.
Tras cortar un trozo de aquel manjar, lo sumerjo en el espeso líquido, como si siguiera un ritual místico, y una vez que queda empapado, lo llevo hasta la boca para sentir su sabor y textura.
Cuando hace calor, pido un café lechero y de igual manera, casi siempre lo acompaño con una trenza, una oreja o un ojo.
Ahí, enfrente de La Estrella, se ubica desde tiempos inmemoriales un puesto callejero donde venden las famosas “tortas presidenciales”.
Es simplemente un pan blanco o bolillo con algo de jamón, una rebanada de tomate y una embarrada de aguacate, con una salsa verde o roja.
El arte de hacer pan, como todo en la vida, evoluciona constantemente.
Cerca de mi casa, en la colonia La Cañada, hay una panadería que ofrece la novedad: Unos panes en forma de cocodrilo.
En Tampico, de donde son originarios, se les conoce como “juanchos”, pero aquí se piden simplemente como cocodrilos.
No pierda usted la oportunidad de acudir a uno de esos establecimientos que ofrecen una extensa variedad de panes. Una verdadera delicia para el paladar.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “¿A qué individuo le proporcionan hogaza que prorrumpa en llanto?” ¿A quién le dan pan que llore?