Por Pegaso
Biden:
¿Por qué dices que no sabes la causa de las masacres que ocurren cada vez con más frecuencia en tu país?
¡No te hagas pendejo! Bien sabes que es a consecuencia de la Segunda Enmierda, esa que tanto daño ha hecho no solo a los Estados Unidos, sino a países como México, Centro y Sudamérica.
Mientras los varones de la guerra se enriquecen asquerosamente y se atusan el bigote cada que un estúpido compra un arma en las armerías, en tiendas departamentales, en supermercados y hasta en tiendas de juguetes, muchas personas caen abatidas por las balas.
¿Por qué lloras, entonces, zoquete? ¿No eres parte del problema?¿No te financiaron la campaña política para llegar a ser presidente del país más poderoso del mundo?
Lo típico, lo que está pasando, es lo siguiente: Un mocoso que se siente marginado por sus amiguitos de secundaria o preparatoria, toma uno de tantos fusiles de asalto que su padre colecciona. Le mete suficientes municiones, echa en su mochila varios cargadores y se va a una escuela o centro comercial a hacer lo que en su videojuego favorito hacen los personajes. Dispara a diestra y siniestra, matando a una ancianita, a una madre con sus niños, a un empleado de oficina, un doctor, una enfermera y varios dependientes.
Familias que quedan en desgracia por la permisividad de una sociedad autocomplaciente.
La Segunda Enmierda concede a cada ciudadano norteamericano el derecho de tener cuanta arma se le venga en gana en su domicilio, desde pistolas escuadras, escopetas, rifles, fusiles de asalto, cañones, lanzagranadas, misiles balísticos e intercontinentales, tanques blindados, acorazados y hasta bombas atómicas. Y no es exagerar.
Si yo, ciudadano americano, considero que es una amenaza para mí que Rusia tenga bombas atómicas, yo tengo el derecho de comprar una o las que quiera para defenderme, siempre y cuando tenga el dinero suficiente y mis papeles en regla.
¿Ves cómo funciona la lógica de tu país?
Pero, ¿sabes qué es lo peor? Que ni tú, ni el Congreso ni la CIA, ni la Interpol ni nadie en el mundo podrá derogar esa ley porque viene directamente de los constituyentes. Es sagrada e inamovible.
Luego, entonces, seguirán las masacres absurdas. No llores cuando veas escenas desgarradoras en escuelas, centros comerciales o plazas públicas. Ni tampoco te preguntes por qué sucede eso.
Mira:
En los últimos años se ha disparado el número de matanzas por parte de adolescentes puñeteros o personajes trastornados y antisociales. La misma sociedad, la del estilo de vida norteamericano, los ha generado y cohijado.
¿O quieres que te lo explique con palitos y bolitas?
Hay una película gringa que supongo ya viste y hasta disfrutaste, sentadito en una cómoda butaca, comiendo tu chesco tamaño jumbo con palomitas recién hechas y tu hot dog a un lado.
Se llama “12 horas para sobrevivir” (“The Purge Anarchy”, por su título en inglés. Se estrenó en el 2014. Director: James DeMonaco. Protagonistas: Frank Grillo, Carmen Ejogo, Zach Gilford, Kiele Sanchez y Zoé Soul).
En un futuro distópico, el Gobierno de tu país decide que durante una noche, cada año, los pacíficos y bonachones ciudadanos pueden hacer lo que se les dé su regalada gana: Matar, decapitar, violar, quemar negocios, lanzar bombas… todo lo que te puedas imaginar. Y la trama consiste en que si por alguna circunstancia alguien anda en la calle después de cierta hora sin armas ni protección, lo más seguro es que se lo cargará el payaso.
Con esta singular ley que permite sacar todas las tensiones y conflictos, el resto del año la gente será amable y comprensiva… hasta el año siguiente, cuando sacarán de nuevo todos sus demonios.
Ahí está otro motivo. Las películas y videojuegos violentos están absorbiendo el coco de la chaviza de tu país, porque aparte, se meten droga hasta por las orejas.
Si no lo sabías, ya lo sabes, pero no creo que seas tan ignorante, porque tienes bajo tu mando a los servicios de inteligencia más picudos de todo el mundo.
Mira. Te voy a dar unos salutíferos consejos con la mejor intención de que cesen todos esos episodios violentos.
Consejo número uno: Manda al diablo la Segunda Enmierda, si es que puedes.
Consejo número dos: Mete al bote a todos los fabricantes de armas.
Consejo número tres: Convierte los millones de toneladas de armamento que están en manos de los ciudadanos en herramientas de trabajo.
Consejo número cuatro: Penaliza la producción de películas y videojuegos violentos.
Sé que no lo vas a hacer jamás, pero entonces, no pongas esa cara de chorrillo cuando otro orate vaya y mate a veinte o treinta ciudadanos en un lugar público.
Luego no me salgas con que no te lo dije.
Atentamente: Pegasiux de Petatiux.