Por Pegaso
El Sistema Político Mexicano, también llamado Régimen Poítico Mexicano, un ente difuso creado por Álvaro Obregón en 1920, cuando asumió la Presidencia de la República, no ha desaparecido, sino que se ha adaptado con el transcurrir de las décadas.
Su brazo político, el PRI, duró más de 80 años en el poder, hasta que fue sustituido por el PAN en el 2000 y por MORENA en el 2018.
No se deben confundir mis dos o tres lectores. El Sistema es uno. Es lo que está por arriba de partidos, empresarios, políticos, mafiosos y todo lo demás.
Se dice que uno de los mayores logros del Diablo fue convencer a la Humanidad de que no existe.
Pues bien, el mayor mérito del Sistema es convencer a los mexicanos de su inexistencia.
Pero ahí está, presente en todos los ámbitos, nutriéndose de su alimento preferido: La Simulación.
El Sistema ya es centenario.
Hace un siglo surgió de la mano de Obregón, quien pasó la estafeta a Calles y éste a Portes Gil.
El Sistema solo cambia de cara, como las víboras cambian de piel. Su primera fachada fue el Partido Nacional Revolucionario (PNR), fundado en 1929.
En 1938 cambió sus siglas por Partido de la Revolución Mexicana (PRM) y en 1946 por el de Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Los constantes abusos de poder, el enriquecimiento de unos cuantos y el empobrecimiento de millones, fue lo que causó el declive del partido en el poder.
El PRI empezó perdiendo gubernaturas y luego, en el 2000, el PAN le arrebató la Presidencia de la República.
Pero mientras el PRI caía en desgracia, el Sistema estaba ahí, vivito y coleando. La vieja piel tricolor ya no sirvió a la sierpe y entonces, se puso una de color azul y blanco.
A pesar de que los hombres eran diferentes, los motivos seguían siendo los mismos: El control político, la simulación, la acumulación de fortunas, a lo que después se sumó la delincuencia organizada, como su segundo brazo, el brazo criminal.
En 2012, el Sistema quiso reutilizar la vieja cáscara del PRI, pero los resultados no fueron los esperados, y mientras tanto, muy a la chita callando, casi sin sentirlo, los más viejos zorros priístas empezaron a emigrar hacia un nuevo partido político que ya se perfilaba desde la izquierda: MORENA.
Esos mismos dinosaurios que vivieron y crecieron con el Sistema, ahora son la columna vertebral del partido que nos gobierna, del Sistema que ahora viste de guinda. Nada ha cambiado. Todo está ahí. Incólume.
Todo este prolegómeno sirva para fundamentar la siguiente hipótesis de trabajo: El Sistema quitaba y ponía presidentes, e incluso, los asesinaba, como pasó con Luis Donaldo Colosio Murrieta.
Hoy por hoy, el joven Luis Donaldo Colosio Riojas, Alcalde de Monterrey, hijo del llamado Mártir de la Democracia, se perfila para ser un candidato fuerte a la Presidencia de la República en el 2024.
Si hacemos caso a las encuestas serias, ya superó en la preferencia de los electores al Secretario de Relaciones Exteriores, el carnal Marcelo Ebrard y a la Je-jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, a pesar del tremendo empuje que les otorga ser gente de confianza del Presidente López Obrador.
Empieza a retumbar en todos los rincones del país la frase: “Se la deben a Colosio”, cuando se comenta de la posibilidad de que su hijo se postule por el Movimiento Ciudadano.
El Sistema asesinó a su padre y el Sistema debe compensarlo,-es la lógica del ciudadano común y corriente.
La lógica y el objetivo del Sistema, por otra parte, siguen siendo los mismos: La acumulación de poder, el enriquecimiento escandaloso de unos cuantos, mantener a la gente bajo un clima de terror psicológico y de dependencia económica.
A final de cuentas, el Sistema Político Mexicano no es autónomo, sino que forma parte de un amo mucho más grande y malévolo: El Sistema Político Mundial, controlado por las sociedades secretas de los Estados Unidos y Europa.
No les digo más, porque temo que me pase lo que le pasó a Colosio el 6 de marzo de 1994.
Por lo pronto, no tengo pensado ir a Lomas Taurinas, aunque sí veo a un México con hambre y con sed de justicia.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de “La Güera” Rodríguez Alcaine, exdirigente nacional de la CTM: “Lo trascendente no es la micción, sino la generación de una masa de burbujas sobre un líquido”. (Lo importante no es la miada, sino hacer espuma).