Por Pegaso
Yo, al pasar por un puesto de artículos varios: “¿Para qué sirve esto?”
Lo que había llamado mi atención eran una especie de botellitas con el fondo redondo y el cuello largo.
“Son pa’ la piedra”,-me contestó una humilde vendedora, bajando un poquitico la voz, como temiendo que alguien la fuera a escuchar.
Lo primero que vino a mi mente fue una piedra, guijarro o roca, de las muchas que hay en las calles de terracería.
No me imaginé para qué sirve meter una piedra ahí dentro. Tal vez-pensé para mí mismo-, pueden servir como pequeñas maracas, agitándolas para que la piedra produzca ruido en su interior.
O quizá-elucubré también-, sirven para adornar alguna roca. Se puede poner la botellita arriba, en una posición medio coquetona.
Lo confieso. Tal vez sea un tipo muy inocente, ingenuo, cándido, candoroso, puro, sencillo o medio pendejón, pero eso fue lo primero que se me vino a la mente.
Leyendo en un blog sobre el tema de las drogas, sin que pretendiera relacionar una cosa con otra, me volví a encontrar con la palabra “piedra”.
Fue ahí que me cayó el veinte.
Lo que la humilde vendedora me quiso decir es que las botellitas son para inhalar los vapores producidos por un tipo de droga conocida como “piedra”.
Eso significa que el usuario, en este caso un drogadicto de baja monta, como los que suelen comprar ese tipo de estupefaciente, introduce el pedazo de “piedra” por el cuello, hasta llegar al fondo. Luego le prende un encendedor por debajo y se desprende un humo que se absorbe por la boca, hasta que llega a los pulmones. Unos pocos segundos después, se produce el efecto psicoestimulante.
Miren. De acuerdo con la definición más aceptada, el “crack”, conocido comúnmente como “piedra”, es una droga ilegal utilizada comúnmente con fines recreativos, creada a partir de la combinación de clorhidrato de cocaína y bicarbonato sódico.
A diferencia del clorihidrato de cocaína, se consume fumándose en pequeños tubos de vidrio y tiene un efecto inmediato, pues empieza a actuar aproximadamente 10 segundos después. Además de estar considerada como la forma de cocaína más adictiva, es la droga que más fácilmente puede provocar adicción psicológica, incluso en aquellos usuarios que la consuman por primera vez.
Sus efectos iniciales son más rápidos e intensos incluso que otras drogas inyectadas y estos se caracterizan por un breve estado de euforia, placer o aumento de la energía, aunque también estimula el sistema nervioso y circulatorio. Sin embargo, el “crack” es mucho más dañino que la cocaína y tiene unos graves efectos adversos potencialmente mortales, especialmente cardiovasculares, psicológicos, hepáticos y pulmonares.
La sustancia recibe el nombre de “crack” por el sonido que hace al calentarse. También se conoce como “guacamayo”, “rocas”, “chulas”, “pops”, “piedras”, “rirris”, “niñas”, “duras”, “merca”, “hielos”, “rock and roll”, “rockstars”, “chespi”, “chifle”, “chirulón”, “pírula sucia”, “chichiflín”, entre otros.
Ni hablar. Cada día aprende uno algo nuevo.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “Abstente de silvarla, ya que es con voz entonada”. (No la chifles, que es cantada).
POSDATA: Por cierto, les mando una rechifla y una señal con la mano levantada y los dedos doblados, a excepción del cordial, que permanecerá levantado, a los compañeros René Martínez Bravo y José Ángel Solorio, por no haberme invitado al convivio navideño de periodistas con Rodolfo González Valderrama. Tener más de 40 años en este medio y no ser tomado en cuenta, como que suena a insulto. Que con su pan se lo coman.