Por Pegaso
Siendo la comunicación social un aspecto tan relevante para los gobiernos, empresas y organizaciones, debe estar en manos de profesionales, no de improvisados.
Son muchos los ejemplos de una mal llevada gestión de comunicación social, y generalmente se traduce en una mala imagen del gobernante, del líder empresarial o del dirigente de una organización.
Sócrates ponía como ejemplo, en uno de los Diálogos que escribió su alumno Platón, que un barco no puede ser maniobrado por un músico, por un artesano o por un agricultor, sino que tiene que tener como capitán a un marinero experimentado.
De poco tiempo a acá, prevalece la idea en de utilizar los servicios de influencers, en lugar de periodistas como una forma más óptima de llegar a la población.
Craso error. Los influencer pueden tener muchos seguidores, pero en tratándose de información de gobierno, esos seguidores se convierten en “haters”, y así, el gobernante en lugar de ser amado, se convertirá en blanco de ataques masivos. Mientras más seguidores tenga el influencer, mayor cantidad de ataques recibirá el gobernante.
Es por esa razón que, a raíz de las elecciones de hace cuatro o cinco años en Nuevo León, donde los influencers jugaron un papel principal a favor de Samuel García y su esposa, la Ley Electoral cuida mucho ese aspecto de la comunicación social.
Siempre lo he dicho y lo repito: Hay dos tipos de personas que influyen en el sentir y el pensar de la gente.
1.- Los líderes de opinión. Son personas especializadas en su campo, que saben de lo que hablan, que tienen mucho tiempo ejerciendo su oficio y se han ganado la confianza de la gente. Por ejemplo, los médicos, los ingenieros, alguno que otro político y por supuesto, los buenos periodistas (porque también los hay malos).
2.- Los influencers. Son generalmente jóvenes que se dedican a subir contenido basura a las redes sociales y plataformas de Internet. Sus seguidores se cuentan por miles o millones, por eso suelen ser contratados por empresas como medio de promoción de sus productos y lograr más visitas a sus páginas.
El uso de influencers en temas de gobierno no ha dado los resultados apetecidos. Quienes se han dado cuenta, ahora buscan enmendar el error.
Los influencers sirven para enajenar la mente de los usuarios de las redes.
Los líderes de opinión, en cambio –y en este caso me quiero referir a los periodistas- orientan a la opinión pública.
El periodista realiza el trabajo de varios profesionistas: Son investigadores, porque buscan la información, contrastan, ponen bajo contexto y analizan. Son maestros, porque educan, muestran, enseñan sobre determinado tema; son notarios públicos porque su trabajo queda plasmado para su consulta posterior y son abogados porque es muy frecuente que personas busquen su apoyo y su consejo.
Para que el barco no naufrague tiene que estar en manos de un capitán muy fogueado. En el ámbito de la Comunicación Social, alguien que sepa proyectar, pulir, resaltar, abrillantar la imagen pública del político, del empresario o del líder, no mandarla al demonio.
Por eso es tan importante dejar todo en manos de los expertos y no experimentar con cosas novedosas que, en la práctica, han resultado en verdaderos fiascos.
Este ensayo forma parte de una de mis presentaciones sobre el tema: “Comunicación Social, Líderes de Opinión e Influencers”, en el Noveno Cuatrimestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación y Periodismo, en la Universidad Tamaulipeca.
Por eso aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “Fabricante de calzado, a tu calzado”. (Zapatero, a tus zapatos).