Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

El milagro de la brecha del Becerro

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Por Jesús Rivera

Reynosa, Tamaulipas. La brecha del Becerro es un camino rural que se prolonga por más de 50 kilómetros, desde la carretera Reynosa-Monterrey, hasta las comunidades del sur del municipio.

La mayor parte es territorio agreste, donde dominan los matorrales, mezquites, huizaches y zacatales.

En ese ambienta tan hostil, don Filiberto Luna -don Beto-, un anciano de 86 años de edad, que se dedica a hacer trabajos en ranchos de Nuevo León y Tamaulipas, pasó más de una semana en calidad de desaparecido.

Según sus familiares, desde el 19 de noviembre salió de Monterrey con rumbo a Valle Hermoso. En esa ciudad fue “levantado” y trasladado en su propia camioneta hasta un punto localizado entre el viaducto Reynosa y la brecha del Becerro.

A pesar de estar acostumbrado a las condiciones del campo, aquel lugar le resultó desconocido, así que pronto se vio perdido en medio de la inmensidad sin saber qué hacer.

Con solo un teléfono celular tipo “cacahuate”, que no cuenta con geolocalizador, contactó a un miembro de su familia para decirle que lo buscaran, porque estaba en medio de un monte y no sabía cómo salir.

Incluso, llamó al 911, pero no tuvo respuesta.

En la última llamada que recibió un sobrino de él, ya se notaba la voz cansada, casi inaudible y decía que iba a morir solo, en ese lugar.

El día 23, sábado, los familiares contactaron al Colectivo Amor por los Desaparecidos de Tamaulipas para pedir su apoyo. Eran las 6:00 de la tarde y un personero del grupo le recomendó que pidiera la intervención de las autoridades.

No hubo más noticias en los tres días siguientes y el Colectivo dio por sentado que ya había sido localizado.

No obstante, el día 27, miércoles, nuevamente fueron contactados por la familia. En ese momento los integrantes del colectivo se disponían a hacer una búsqueda de restos humanos en el vecino municipio de Río Bravo. Se hizo el cambio de itinerario y se procedió a buscar el sitio donde supuestamente se encontraba el ancianito.

En esas primeras horas hubo mucha confusión. En uno de los mensajes decía que veía pasar aviones, lo que condujo al Colectivo a visitar la zona que se ubica al sur del aeropuerto. Más adelante se dijo que era por el rumbo de la Ribereña y finalmente, hacia la parte sur, por el rumbo de la brecha del Becerro.

Ahí fue donde centraron la búsqueda, primero con un número reducido de personas, la mayor parte del Colectivo, de la Comisión Estatal de Búsqueda y elementos estatales que normalmente apoyan con las pesquisas.

Se subieron videos en vivo, se pidió el apoyo de las autoridades y de la ciudadanía. La búsqueda, ese día, resultó infructuosa.

A la mañana siguiente, jueves, se habían sumado muchas más personas, elementos de la SEDENA, de la Policía Estatal y asociaciones civiles, como brigadistas voluntarios, un grupo de razers todoterreno y droneros.

Se seguía solicitando el apoyo aéreo. Se habló con autoridades para que facilitaran un helicóptero, pero en lugar de una respuesta expedita se enfrentaron con una rancia burocracia.

Habiendo en esta región dos helicópteros disponibles, uno en las instalaciones de la Fiscalía General de la República para temas de protección civil y otro en el campo militar, ninguno de ellos se movió un solo centímetro.

A pesar de la intervención de diputados locales, como Eva Reyes y Marco Gallegos, se continuó con la búsqueda a ras de suelo.

Mientras tanto, luego de perder la esperanza de hallar la salida, don Filiberto se arrimó a un mezquite, se cubrió la parte baja del cuerpo con una bolsa de hule negro que encontró, ya que el frío empezaba a calar y rogó para que lo encontraran.

Luego de diez días, finalmente fue encontrado con vida debajo de aquel mezquite protector. ¡Un milagro!-dicen algunos usuarios de las redes sociales.

Ya en el hospital, entre palabras entrecortadas, aseguraba que una persona vestida de blanco había llegado hasta donde estaba y le había dado de beber. Quizá fue una alucinación por el grado de deshidratación y desnutrición que sufría, pero eso le dio fuerza para resistir hasta el último momento.

CARRERA CONTRA EL TIEMPO

Para Edith González Treviño, Presidenta del Colectivo Amor por los Desaparecidos de Tamaulipas y José Andrés Méndez Ñeco, encargado de documentar la búsqueda, se trataba de una carrera contra el tiempo, y estaba de por medio la vida de un ser humano.

En conferencia de prensa, dieron a conocer los pormenores de este caso, el cual, por fortuna, tuvo un final feliz.

Méndez Ñeco apuntó que fue gracias a un software de rastreo llamado “el perro” que se pudo determinar con precisión el sitio donde se encontraba la persona.

Todos se dirigieron hacia aquel lugar, esperando hallar solo el cuerpo sin vida de don Beto.

Tocó a la señora Rosalba Rojas Sandoval tener el primer contacto visual.

“¡Positivo con vida!”-gritó, y el grupo rápidamente se congregó hasta el sitio.

-Abajo de un mezquite vi una bolsa negra que movía sus pies y no podía ya hablar, pero nos escuchaba que andábamos cerca. Movió sus pies y rodeo acá. Les dije: “Hay algo acá, se está moviendo!”. Él me agarró las manos y le dije: “¡Gracias a Dios, está bien!” Podía hablar muy poquito y decía “¡agua!” Lloré de la emoción porque todos estábamos… bien desesperante que no lo encontrábamos. No sé. Yo me agarré llorando. Me ganó la emoción,

En ese momento llegaron paramédicos de la SEDENA, se le dio agua y se le colocó suero por vía intravenosa. Los efectivos militares lo subieron a una camioneta militar y fue trasladado hasta el hospital Materno Infantil, donde fue atendido de urgencia. Fue tan intenso el choque emocional que sintieron los rescatistas que el propio Méndez Ñeco, que transmitía en vivo las incidencias del rescate, lloró de la alegría por haber llegado a tan feliz término.

Edith González y el resto de los integrantes del Colectivo manifestaron que hubo nulo apoyo por parte de las autoridades.

Fue la Sociedad Civil la que respondió y logró el milagro de hallar con vida a don Beto. Porque fue un milagro-comenta uno de los rescatistas voluntarios que un anciano de 86 años sobreviva casi diez días en un páramo solitario, lleno de alimañas, con frío, sin alimentos y sin agua.

La agrupación hizo un llamado a las autoridades federales, estatales y municipales para que haya instrumentos de respuesta inmediata ante casos de esta naturaleza, como la creación de una Comisión Municipal de Búsqueda que permita realizar acciones inmediatas.