Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Quinza

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Por Pegaso

Uno no es mal pensado.

Cuando vi en Facebok el caso de la quinceañera de Villa Esmeralda, me dije a mí mismo: “Mí mismo: ¡Qué gachos son sus amigos y familiares por dejarla solita!”

Luego sale algún mal pensado, como el contador Olvera que me mandó el siguiente mensaje: “Huele a “autoabandono”, el mensaje anunciando el “desaire de invitado”, fue estrategia para de esa manera conseguir el “apoyo”, que ya estaba premeditado, así que convirtiéndolo en un evento popular se ahorraron la renta del casino y la cuota de “aquellos” que la exigen, el permiso del municipio, etc., etc.”

Y luego me recordó el caso de Rubí, la quinceañera viral de 2016, cuyos padres hicieron una invitación general a su fiesta donde asistieron más de 600 mil personas, le sobraron regalos, autos y hasta contratos para participar en telenovelas y reality shows.

No sé. Tendría que preguntarle a mi amigo Renato, que lo vivió en carne propia, si todo fue un show o si ocurrió de manera espontánea.

Hasta donde sé, este es el segundo caso que ocurre en Reynosa de una fiesta de quinceañera donde la chica se queda vestida y alborotada.

Es gracias a las redes sociales que los usuarios se enteran y, en un gesto de empatía, acuden con algún regalito, chupe y hasta payasos para que la fiesta se haga grande y la festejada se la pase contenta.

Si fue o no plan con maña, eso ya pasó.

Pero ahí está la fórmula que pueden aprovechar otras muchas quinceañeras con padres agarrados o pobretones. Organicen la fiesta en el patio de su casa, entre gallinas, guajolotes y perros callejeros. Tomen algunas fotos de sillas vacías y súbanla a las redes sociales más populares, por ejemplo, a las de los tianguis, y verán como llegan como hormigas.

Así, como dice el contador Olvera, no hay que rentar casino ni pagar los derechos de Espectáculos y Alcoholes, o el piso de aquellos otros.

Más esto no tiene por qué limitarse a una quinceañera. Nooooo.

Si alguien se va a casar, los pasos son los mismos. No hay nada que provoque más solidaridad que ver a alguien que ha sido abandonado por sus seres queridos en un momento crucial de su vida.

Así, pues, lector amigo, si quieres un día echarte la soga al cue…, quiero decir, si quieres casarte, vete al tianguis de Jarachina a comprar un vestido de novia de 200 pesos, un tacuche de 100 pesos, renta unas sillas de la Coca Cola, sube a las redes sociales que te dejaron solo y espera la llegada de cientos de gorrones que no quieren perderse la ocasión de echar relajo.

Pronto cumpliré yo 63 añitos y 43 de periodista, así que planeo hacer un pachangón de miedo.

No les sorprenda que de pronto haga una publicación en redes sociales donde estoy yo solo con una olla de tamales, unos chescos y un montón de sillas vacías, porque no se han parado ni las moscas.

Si ve que eso ocurre, no sea gacho y tráigase de perdido unas botellitas de Don Pedro, un pastel de tres leches o unos diez kilos de barbacha con sus tortillitas y su salsita molcajeteada.

Y no se olvide traer algún regalillo. Se aceptan desde celulares Samsung Galaxy 50 Pro Max Plus, hasta autos eléctricos Tesla.

De esa manera, veré cumplido mi sueño de festejar mi cumpleaños como Dios manda.

Los dejo con el refrán estilo Pegaso que a la letra dice: “¿Cuál es tu meta cuando entras en somnolencia, habitante de la República Mexicana?” (¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?)