Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

Al Vuelo-Nostalgia

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Por Pegaso

¿Quién extraña al Cabecita de Algodón? ¡Yoooooo! Ese simpatiquísimo personaje que todos los días hacía las delicias de chicos y grandes desde su “mañanera” y fuera de ella.

¿Y cómo no habría de extrañarlo, si cada día proporcionaba excelente material para elaborar esta cotorra columneja?

Hace años yo creía que no habría presidente de la República más vaciado y chimengüenchón que Vicente Fox, pero luego llegó Peña Nieto y fue el hazmerreír de todas, todos y todes.

Pero la cereza del pastel, sin lugar a dudas, fue el Cabecita de Algodón, también conocido como #YaSabenQuién y “El Rorro de Macuspana”.

Se retiró de la grilla, luego de acabar su mandato constitucional. Había dicho que iba a permanecer en la capirucha por una temporada para aclimatarse, pero de pronto lo vimos ya en “La Chingada”, su paraíso tropical personal.

Vi un video que se subió a las redes sociales donde relatan el idílico descanso de ese prohombre y adalid de la democracia.

Con palabras cuasi poéticas, dicen que se levanta muy temprano a disfrutar del perfume de la naturaleza, a respirar aire puro, a abrazar a su ceiba preferida y escuchar el dulce trinar de las avecillas canoras.

Sus pies se humedecen con el fresco rocío, mientras camina suavemente, pensando en los sabios escritos que, como Hammurabi a su pueblo, dejará para la posteridad.

Y mientras los otros ex presidentes que aún están vivos (Salinas, Calderón, Fox, Cedillo y Peña) ya no cuentan con la custodia de guaruras pagados con dinero de nuestros impuestos, al Cabecita de Algodón no le hace falta toda esa seguridad, porque el pueblo bueno y sabio lo cuida.

¡Ahhh! Y también el regimiento de soldados que permanecen en un cuartel que mandó construir poco antes de salir de la Presidencia ahí, a unos cuantos pasos de “La Chingada”, nomás por si se ofrece.

Tampoco se preocupa por su salud. Si le da COVID, dengue o chorrillo, ahí tendrá a la vuelta de la esquina una flamante unidad médica del IMSS, hecha para él solito, con todos los adelantos técnicos que envidiarían en Dinamarca.

El descanso del que ahora disfruta es bien merecido. Veinticuatro años aguantando a los infelices ricachones neoliberales, a los fifís y aspiracionistas y a los periodistas chayoteros que lo agarraban como piñata todos los días, hasta que llegó al poder y les quitó los cochupos.

Pero yo sí lo extraño. Yo sé que ya nadie se acuerda de él, como sucedió con Pancho Villa, que de todos sus dorados solo uno fue a grabar en su tumba la frase: “Estoy presente, general”.

Y como decía don Ernesto Gómez Lira, “conforme avanza la carreta se acomodan las calabazas”, en el presente gobierno de continuidad, poco a poco vamos viendo un peculiar cambio de estilacho, donde la Presidenta Claudia Chiquitibum se ha fajado los pantalones y ha puesto en su lugar no solo al rey de España, sino al Presidente de El Salvador y al propio Joe Biden.

No obstante, el sexenio que pasó quedará para la posteridad, y frases tan celebradas como: “¡Me canso, ganso”, “Lo que diga mi dedito” y “Fuchi, caca”, quedarán inscritas en letras de oro en las más altas tribunas del país.

Por eso nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice así: “¡Trasladémonos a Tabasco, puesto que dicha entidad es un paraíso!” (¡Vamos a Tabasco, que Tabasco es un edén!)