Por Jesús Rivera
Jesús Hurtado fue más conocido fuera de Reynosa que en su propia tierra natal.
Autor de varios trabajos murales en diversas partes del país, su obra apenas es conocida por los habitantes de esta región fronteriza.
Durante muchos años, en la pared de una cristalería que estaba ubicada sobre la calle Juárez, donde hoy es un estacionamiento subterráneo, estuvo plasmada la que quizá fue su obra más significativa: “El Hombre de Vidrio”.
Del mural, que fue destruido con el viejo edificio, solo quedam algunas fotografías como recuerdo.
Era un hombre semitransparente, con una esfera de cristal en la mano derecha y la representación de un átomo en la izquierda.
“Ars longa, vita brevis”. Frase en latín que significa: “El Arte es eterno, la vida breve”, parece ser la mejor definición para su arte.
El Maestro Hurtado, como muchos lo conocían, nació en esta ciudad el 6 de agosto de 1937.
Hijo de don Pedro García y doña Felícitas Hurtado, desde niño se inclinó por la pintura y las corridas de toros.
Estudió hasta la secundaria en la escuela José de Escandón y después entró a trabajar en el Art Estudio con el maestro Pancho Treviño. Fue un verdadero autodidacta.
Solía hacer mantas gigantescas para el cine Rex, que estaba frente a la plaza Miguel Hidalgo, y para las campañas políticas, además de diseños para los desfiles alegóricos y estands de la feria.
Dominaba distintas técnicas y podía pintar lo mismo retratos al óleo que dibujos en tinta china para los periódicos, así como murales de gran tamaño.
Con el tiempo puso su propio estudio de arte, de donde surgieron grandes diseñadores y pintores.
Realizó exposiciones en Estados Unidos y en el interior de la República, pero nunca en Reynosa.
Gran conocedor de la cábala y el misticismo, el Maestro Hurtado fue Maestro masón y rosacruz.
Su muerte le sobrevino a los 84 años de edad a causa de un viejo padecimiento pulmonar.
“La Esfinge”, otra de sus obres, se muestra en la fotografía que acompaña esta nota.
Le sobreviven su esposa, doña María Luna Álvarez, sus hijos Alejandro, Miguel, Gerardo, Diana, Miriam y Alberto, así como sus nietos y un grupo de jóvenes promesas de la pintura que forman parte de su legado.