Dirección General: Jesús Rivera Zúñiga

El Gallero y el Crucifijo

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Por Jesús Rivera

Reynosa, Tamaulipas. Desde 1971, Reynaldo Martínez “El Gallero” lleva en su mano derecha un crucifijo de oro y no lo suelta para nada.

Se enorgullece de ser el único en el mundo de llevar en su diestra la efigie de Cristo.

“Cualquiera lo puede llevar en el cuello o en la bolsa, pero yo soy el único que lo llevo en la mano”-dijo a Pegaso.press en entrevista exclusiva.

Hablar del “Gallero” es remontarse mucho tiempo atrás, a la época de los pistoleros famosos de esta brava región tamaulipeca.

Con más de 620 canciones y corridos compuestos, de los cuales, cerca de 45 han sido grabados por artistas de la talla de Los Invasores de Nuevo León, Ramón Ayala, El Charro Avitia y otros, está considerado por la Asociación Nacional de Autores y Compositores como uno de los más prolíficos del país.

La entrevista empieza en una sobremesa de café.

Llega “El Gallero”, narrando algo que le ocurrió el día pasado.

Mientras habla, hace algunos ademanes con las manos y sí, ahí está el crucifijo de oro de 24 kilates, reluciente, unido a su mano por un anillo del mismo material.

-¿Desde cuándo y por qué usas el crucifijo en la mano?-se le preguntó.

-Porque yo me dediqué a la música desde 1971, entonces, en un momento le dije a Dios que no me fuera a dejar solo y me dio la dicha de pensar que su imagen la iba a traer en la mano.

Reynaldo Martínez, como el parte del trato con Dios, dejó de fumar y de tomar desde hace más de cincuenta años.

Ha participado en al menos 16 películas de corte regional, alternando con figuras tan conocidas como los hermanos Almada, Eleazar García J. y muchos más.

Transcurre la entrevista. “El Gallero” habla de algunos de sus más sonados éxitos, como “El penal de la Loma”, “El Federal de Caminos”, “Polvo Maldito”, “Gerardo González”, “El Traficante”, “El Marquiz Negro”, “Hierba, polvo y plomo”, interpretados por grupos de talla internacional.

Aunque no todos sus temas de lo mismo. Comenta cómo surgió “La Banca Vieja”, cuando, al estar en una banca desvencijada, frente a la parroquia de Guadalupe de Reynosa, una pareja que estaba a su lado empezaron a discutir y finalmente se fueron cada quien por su lado.

-¿Piensa traer el crucifijo por el resto de su vida?

-Si lo he traído durante cincuenta y tantos años, ¿Por qué no he de traerlo durante lo que me queda de vida?

Dijo. Y la plática siguió con otros temas.