Por Pegaso
La nota del e semana no fue el pleito entre el Pejidente y Brozo, cuando éste último planteó que la ciudadanía tendrá dos opciones este 2024: O votar por la dictadura o votar por la democracia, a lo que ALMO contestó que antes Brozo era más fino y menos pelado para hablar.
Tampoco fue el cierre de las precampañas políticas, donde se pudo medir la fuerza y el arrastre que tienen los tres candidatos a la Presidencia de la República.
No. Para mi gusto, para el gusto de su servilleta Pegaso, la nota la dio una tiktoker gringa llamada Lani Bakel Randol.
Según relató en un video que subió a esa red social, fue con su marido a un restaurant y al salir, vieron que estaba lloviendo a cántaros.
Su esposo le pidió que esperara en la puerta para ir a traer su auto y que ella no se mojara, actitud muy acorde a la caballerosidad, galantería y cortesía que todo hombre debe tener ante su dama.
Mientras su esposo corría entre los charcos, a su lado estaban dos parejas. Uno de los hombres empezó a decir en voz alta que el que trajera los zapatos más baratos debería ir por el auto, sin importar que las dos mujeres se quedaran mirando entre sí con cara de “¿what?”
Las dos damas estaban disgustadas, evidentemente, y los patanes seguían discutiendo sobre quién traía los zapatos más baratos.
Cuando el marido de la tiktoker llegó, ésta le contó lo que había ocurrido y éste simplemente se echó una sonora carcajada.
No está por demás decir que el video se hizo viral.
La mayoría de las opiniones condenaron la forma tan grosera en que los dos tipos se disputaban el valor de su calzado sin importarles que iban con sus respectivas parejas.
Pero yo me pregunto: ¿Es que acaso no es lo que han peleado las mujeres en las últimas décadas? ¿Ser iguales que los hombres?
En este caso, una de las dos mujeres, resignada ante la majadería de sus acompañantes, se decidió ir ella sola por el auto, mojándose los zapatos de tacón Fendi de 450 dólares, dejando a estos con los ojos abiertos como plato.
Las faministas han promovido y exigido a gritos que se les trate igual que a los hombres. En el ámbito laboral, aún ganan menos dinero que sus partes masculinas, aún cuando hagan un trabajo similiar.
Pero ya votan, ya hacen trabajos que antes eran exclusivos de los varones y se puede decir que prácticamente han conquistado la mayor parte de sus peticiones.
En este caso, si en realidad las mujeres quisieran la igualdad con los hombres, no se hubieran molestado cuando uno de los mequetrefes habló del valor de los zapatos. Riéndose de la situación, se hubieran aventado a la calle a pesar de la lluvia y san se acabó.
Se hubiesen burlado de la bella, pero chapada a la antigua joven que estaba en el quicio de la puerta, esperando que su marido viniera con el auto, la ayudara a subir, tomándola delicadamente de la mano y poniéndole el paraguas para que no le cayera ni una sola gota de agua en su hermoso y delicado cutis.
Pienso que por eso se hizo viral el video. Por el contraste que produjo la situación.
Yo, Pegaso, confieso que me identifico más con el cuate que fue por el carro para que su consorte no se mojara.
Sigo siendo -¿cómo decía Roberto Carlos en su famosa canción?- un amante a la antigua que suelo todavía llevar flores, de aquellos que en el pecho aún abrigan recuerdos de románticos amores.
Yo simplemente, soy de esa clase, que ya no es muy común en nuestros días. La carta de amor, el beso en la mano, muchas manchas de carmín entre las sombras del jardín. Voy vestido igual que cualquiera y vivo con la vida de hoy. Pero es cierto que con frecuencia sufro por amor y a veces lloro por la ausencia, porque soy de esos amantes a la antigua…
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de mi finado maestro de la secu, Ramón Eliud Alejandro Quiroga y Amezcua De la Paya: “Posees mayor virilidad que una decena de féminas”, (Eres más hombre que diez mujeres juntas).