Por Pegaso
Ahora que se celebró el “Día del Niño” surge nuevamente la controversia de por qué precisamente debe ser del niño y no incluir a la niña.
En muchos de los boletines que leí en los últimos días decía más o menos así: “La dependencia fulana celebra el Día del Niño y de la Niña”.
Otros más inteligentes hablaban de la celebración del “Día de la niñez”, término que abarca ambos géneros.
Y me preguntarán mis dos o tres lectores: ¿De dónde o cómo surge tal polémica?¿Por qué es incorrecto ya decir “Día del Niño” en lugar de “Día del Niño y de la Niña”?
Creo que todo empezó con el bigotón y botudo Chente Fox, allá por el año 2000.
Cuando se refería a los infantes decía: “Chiquillos y chiquillas”. Posteriormente, los voceros oficiales de ese sexenio empezaron a introducir un lenguaje binario a todo lo que podía aplicársele.
De ahí surgió el chistorete aquel cuando Fox daba un discurso que decía más o menos así: “Estamos entrando a una época y époco en el que los mexicanas y mexicanos debemos ser más participativos y participativas”.
De ahí se agarraron algunos para iniciar un movimiento que llega hasta nuestros días recargado y aumentado, con los loquitos del lenguaje no binario.
Decir “Día del niño” no está mal, porque funciona. Cuando oímos esa frase ya sabemos de qué se trata. Pero siempre hay unos a quienes no les embona el chile, como decía Quique Peña Nieto, y buscan la manera de estar en contra de lo establecido.
Entonces, tenemos un galimatías, una enorme confusión porque ya no sabemos si estamos en lo correcto cuando decimos “Día del niño”, “Día del niño y de la niña” o “Día del niñe”.
Por eso propongo desde este singular espacio que muy amablemente me concede el portal informativo Pegaso.press, que de aquí en adelante se celebre como “Día de la Niñez”, para acabar de una buena vez con toda esa confusión.
No me imagino que alguna niña reclame: “Oiga, señol, ¿y pol qué nomás es el “Día del Ñiño” y no “Día de la Ñiña”?” ¡Noooo!¿Verdad?
Eso es asunto de adultos. Adultos que no han entendido aquel sabio aforismo que dice así: “Si algo no está descompuesto, ¿para qué quieres arreglarlo?”
Sí. Sabemos que el idioma español, como todos los demás, está en constante evolución, pero hay necedades que definitivamente no se pueden comprender, como el ya mencionado “lenguaje no binario”.
De vez en cuando se reúnen los viejones de la Real Academia de la Lengua Española, revisan con su vasta sapiencia las palabras de uso común y aplican modificaciones en aquellos casos en que se requiere.
Por ejemplo, yo solía escribir la palabra “sólo” con acento en la primera o, cuando era equivalente a la palabra “solamente”.
Después, al estar cursando el tercer tetra de la carrera, en la UT, la maestra Gaby Rojas me dijo que ya no se usaba el tilde porque la Real Academia lo había decretado.
“Inche academia”-dije para mis adentros y a partir de entonces, escribí “solo” sin acento.
Pero he aquí que en la más reciente revisión, con nuevos argumentos, los de la Real Epidemia regresaron el acento a esa palabra, y ahora, hay que escribirla de esa manera si no queremos que alguien nos señale de ignorantes.
Tales modificaciones son las que ocurren en el lenguaje español. Son variaciones que se dan poco a poco, como en la naturaleza.
En la naturaleza, cuando se ocurren esos cambios, hablamos de evolución. Pero cuando los cambios son muy bruscos y drásticos, hablamos de una mutación.
Así pues, el lenguaje no binario y toda esa barrabasada de decir “los niños y las niñas”, “los chiquillos y las chiquillas”, representan una mutación del lenguaje, no una evolución.
Pienso que jamás veremos que la Real Academia incluya en el diccionario palabras no binarias, porque tendrían que hacer uno nuevo exclusivamente para darles gusto a los “no binarios”.
¿Se imaginan la definición de “roca” en lenguaje binario? “Roque: Piedre o vene de elle muy dure y sólide. Peñasque que se levante en la tierre o en el mar. Cose muy dure, firme y constante”.
Viene el refrán estilo Pegaso: “¡Abstente de succionar!” (¡No mames!)