Por Pegaso
En cierta ocasión le dije al buen amigo, ya fallecido, Ramón Durón Ruiz: “Oye, Profe. El personaje del Filósofo de Güemez no es original, porque en España, desde la edad media, se conocía a un tal Pedro Grullo, llamado Perogrullo, de donde viene la palabra perogrullada, que decía exactamente las mismas cosas.
-Bueno, Pegaso-me dijo Durón Ruiz. Ayúdame a encontrar las frases de ese personaje.
Pero ya no dio tiempo y el destacado político tamaulipeco falleció a los pocos meses de ese diálogo.
A continuación presentaré algunas de uno y otro para que se note la similitud de las frases, dichos y refranes tanto del español Perogrullo como del tamaulipeco Filósofo de Güemez:
DE PEROGRULLO:
-Un vaso es un vaso y un plato es un plato.
-Después del año 14 viene el 15.
-Cuando no hace frío, hace calor.
-En lo llano no hay vacío.
DEL FILÓSOFO DE GÜEMEZ
-Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.
-Todo lo hondo es bien profundo
-Cuando pica la hormiga, nomás hay dos cosas que hacer: Rascarse y esperar la roncha.
-Laguna que no tiene desagüe, tiene resumidero.
-El trabajo no mata a nadie, pero… ¿pa’ qué arriesgarse?
-Andamos como andamos porque somos como somos.
Todas son perogrulladas.
Una perogrullada se define como “una expresión tan evidente o tan sabida que resulta una afirmación trivial o apodíctica. Es técnicamente un truismo, de demostración tan fácil como el Test del Pato. (El test del pato dice así: Si camina como pato, hace como pato y parece un pato, ¡pues es un pato!)”
En retórica, la perogrullada es semejante a la tautología, la redundancia o el pleonasmo; también puede adoptar muchas otras formas, pero con una característica en común: El ingenio con que se dicen y el hecho de que son verdades evidentes que resultan en necedades.
Sin embargo, tanto Pedrogrullo como el Filósofo de Güemez, posiblemente inspirados en personajes reales en sus respectivas épocas y localidades, eran tomados por sabios campiranos o por personas de mucha experiencia de vida, con un modo muy peculiar de ver y apreciar las cosas.
El nuestro, el de Tamaulipas, era un bucólico personaje del Municipio de Güemez, cerquita de la capital del Estado, Ciudad Victoria.
Aunque ya existía desde décadas atrás, el profe Ramón Durón Ruiz, a la sazón un conocido político y politólogo del viejo régimen priísta, lo adoptó como su “alter ego” y durante mucho tiempo mandó imprimir cuadernillos en forma de almanaque que regalaba a sus pares políticos o a sus amigos periodistas.
Yo por ahí aún guardo un ejemplar de los últimos que hizo.
Termino esta colaboración con una perogrullada cortesía de Pedro Infante que dice así: “Poseo características únicas y no guardo parecido con el resto de los individuos”. (Yo soy quien soy y no me parezco a naiden).