Por Pegaso
¡Juar, juar, juar! Permitan mis dos o tres lectores que me risotee, me burle y me carcajie.
Quesque dice el pitoniso Mohni Vidente que el cometa C/2022 E3 (ZTF), que se aprecia en estas fechas en el cielo como un puntito verde, cerca de la constelación de la Osa Menor, marca el inicio del Apocalipsis.
Siempre que hay un cometa, sobran los augures, astrólogos, vates, oraculeros y profetas. Leía yo también un artículo donde un cuate que se hace llamar “El Nuevo Nostradamus” asegura que la Tercera Guerra Mundial empezará este año y que no será precisamente por el enfrentamiento entre Rusia y Ucrania, sino que será provocada por el choque entre dos submarinos o aviones militares por el rumbo de Taiwán.
Pregúntome yo, ¿de dónde sacarán estos cuates semejantes patrañas?
Por desgracia, es lo que le gusta a la gente.
A la gente le gusta ser engañada con historias increíbles o asombrosas.
Si yo de repente voy a un monte y digo que se me apareció el yeti, no faltará quien se crea tal historia. Y si la acompaño con una foto borrosa y una narrativa sensacionalista, ¡me la compran porque me la compran!
El tema de los cometas como precursores de desastres no es nada nuevo.
Durante la Edad Media, una época muy oscura donde la ignorancia campeaba a sus anchas, la aparición de un cometa era presagio de alguna calamidad, como guerras, pandemias o terremotos.
No nos vayamos tan lejos. Poco antes de la caída de Tenochtitlán, los sacerdotes habían observado la trayectoria de un cometa.
La historia cuenta que ese cometa cruzó el cielo cuando aún había sol, se dividió en tres partes y luego prosiguió su recorrido de oeste a este. Su larga cauda alcanzaba una gran distancia. Cuando la gente lo vio hubo una gran gritería, como el sonido de cascabeles de concha.
Moctezuma Xocoyotzin, que en aquel tiempo era el Huey Tlatoani de Tenochtitlan, se lo tomó como un presagio de que una calamidad estaba en puerta.
Así, cuando llegó Hernán Cortez con un puñado de soldados españoles, creyeron que se trataba del regreso de Quetzalcóatl, entregó su reino en charola de plata y lo demás es historia.
Lo que sí puedo decir es que el cometa C/2023 E3 (ZTF) pasa por aquí, cerca de la tierra, más o menos cada 50 mil años. Sus efectos sobre nosotros son insignificantes por ser un cuerpo tan pequeño y estar tan alejado de nosotros, así que está de más preocuparnos. Mejor tomemos un buen telescopio o unos prismáticos potentes y disfrutemos de esta maravilla astronómica de color verdoso, antes de que se vuelva a perder en los confines del espacio.
Yo les daría un zape a Monhi Vidente y a todos esos charlatanes que nada más están espantando gente. Gente crédula, por supuesto, porque los que hemos pasado por la escuela sabemos que no existe la mínima relación entre la trayectoria de un cuerpo celeste y los hechos que nosotros mismos causamos a nivel personal o colectivo.
Merman con cosas ambiguas. Por ejemplo, es un hecho que hay una amenaza de guerra, pero hay dos posibilidades: Si ocurre o si no ocurre. Si ocurre, créanme que todo mundo estará hablando de Mohni Vidente y sus predicciones. Pero si no ocurre nada, todo se olvidará y nadie enfrentará a la pitonisa para reclamarle por qué no se cumplió su presagio. Esa es la mecánica de tal negocio.
Un negocio que gracias a los crédulos, deja muy buen dinero a los engañabobos.
Termino mi colaboración de hoy con el refrán estilo Pegaso: “Carece de mácula el aborigen…” (No tiene la culpa el indio…)