Por Pegaso
Anoche, un apreciado amigo fue objeto de intenso debate teleológico con respecto a la utilización de los culteranismos en el lenguaje ordinario.
No tienen nada de malo, digo, pero hay que dejarlos para un ámbito más académico y acá, con la raza, hay que emplear un lenguaje llano. De lo contrario, podrían los otros pensar que estamos haciendo alarde de nuestra cultura y por lo tanto, que nos sentimos superiores a ellos.
Hay oportunidad para el uso de vulgarismos, como cuando estamos en una carne con la raza y estamos echando relajo, o de academicismos, como cuando estamos dando una conferencia magistral ante una audiencia de letrados de la Suprema Corte de Justicia.
Por ejemplo, el Himno Nacional Mexicano fue escrito con un lenguaje culterano porque don Pancho González Bocanegra era un tipo muy refinado, además de ser poeta, dramaturgo, crítico teatral, orador y articulista.
Y usó ese lenguaje por el tono solemne que debe tener un canto que representa y unifica a toda una nación.
O, ¿qué pensarían si yo me pongo a cantar en un evento cívico:
“Carnales, cuando haya pedoooo,
tráiganse los cuacos y el macheteeee,
y que suenen fuerte las pisadas
cuando alguien dispare el pinche cañoooónnn?”
Ahhhh, ¿verdad? Hay ocasión para todo.
Yo mismo uso culteranismos cuando presento el Refrán Estilo Pegaso al final de esta morrocotuda columna, pero lo hago con un dejo de ironía, porque resulta chistoso ver nuestros dichos populares mexicanos expresados en un lenguaje más culto. Como que le quitamos ese acartonamiento al idioma español, que es muy útil cuando sabemos utilizarlo de la manera adecuada.
Yo recuerdo una anécdota que ocurrió entre el ya fallecido Arturo Solís y otra persona que presumía de muy culta.
Ambos se enfrascaban seguido en pleitos verbales por no sé qué diferencia.
El otro, al que identificaremos como ZL solía usar frases en latín como parte de sus críticas hacia Solís, que de por sí era un tipo muy preparado, al que pocas veces se le podía sacar de sus casillas.
Parece que en una de tantas ocasiones sí perdió la paciencia, porque contestó, cuando ZL le metió la enésima frase en latín: “No por usar latinajos demuestras tu cultura”.
Y la discusión se acabó.
Así, no porque uno utilice en sus conversaciones ordinarias un arsenal de culteranismos demuestra que somos cultos.
La academia, en la academia. El lenguaje ordinario, con la raza mahuacatera.
De continuo platico con muchos abogados, doctores y demás profesionistas, y todos hablan de manera llana, común, utilizando expresiones que pueden ser entendidas por todos.
Ahora que, si nos vamos a los extremos, difícilmente podríamos entender lo que dice un ilustre exponente de los barrios bajos de la capirucha: “¿Qué pasión, mi ñero?¿Qué transita por tus venas? Rífate una chela bien helodia, carnal. ¡Chaleeee, si no te baila un varo en el bolsilloooo!”
Por eso, viene el refrán estilo Pegaso: “Al entorno a donde te traslades, procura realizar lo que percibas visualmente”. (A donde fueres, haz lo